No alcancé a ver las aguas
que mojan tus faldas.
El viejo de barbas blancas
(eterno enemigo del hombre),
alcanzó a vencer mi sueño.
No sé por qué le temo a tus aguas,
¡si es que las amo tanto!
Bravura salvaje de hondos misterios
y ricos tesoros...
inmenso padrote de tus entrañas.
Devorador de hombres.
Amado espejo del cielo,
que una vez acarició mis carnes
despojadas de vergüenzas
(cuando aún era joven).
Cuando aún era joven volveré al desafío
y temeraria,
¡Mojaré en él mis pies!
Rufina
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