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jueves, octubre 27, 2011

A medio compartir (Fe de errata)


Lo normal era que ocultara dolores,
que me hiciera invisible a los ojos de todos. 

Lo normal era que, asumido el fracaso
me aferrara a la nada que quedaba en las sombras 
como única posesión que recordara
afiebrados desvelos y horas incontables 
combatiendo abandonos de amores idos.

¡Cuánta lágrima compartida! ¡Mucha!

Cuando la realidad se hizo innegable
se desprendía el firmamento y aún
hay pedazos filosos de cielo que lastiman.

Al abrir los ojos, encontramos en medio
la absurda sorpresa de no pertenecernos
y ante tí resurgía el mañana que no encuentra
este espacio mío, ahíto de ansias y penurias.

Lo normal era abandonar pretensiones
ante la realidad de una felicidad
que en complejo paradigma se dualiza
confrontando sentires entre bien y mal
donde al final la victoria es dudosa
porque siendo lo que es, no nos pertenece.

Lo normal era que tu alegría me doliera
desangrara el alma al extremo olvido perdido
y negara sombras que no te llegaban cerca
pero no hubo espacio sino para desaparecer
a buscar el lugar donde perdimos el suelo.

Todavía encontramos los pedazos filosos
del firmamento amplio que creímos nuestro
absurdas horas, afiebrados desvelos
dolorosos abandonos y sorpresivos mañanas.

Mucha pena, mucha lágrima, un espacio
donde guardo recuerdos, mi única posesión
desde que abrazo mía tu felicidad.


©Rufina





domingo, octubre 16, 2011

No quiero saber



A lo que siempre escucho
en constante martilleo
día tras día, noche tras noche
he aprendido a dejarle
escondido profundo
donde ni yo misma estoy.
Dentro de esas cosas hay
mucho de todo y casi de nadie
porque escondidos quiero
que permanezcan todos los nombres
para seguir el paso
sin las huellas de antaño
ni ardientes cicatrices
que muestren a quien ha de seguirme
dónde le llevarán mis veredas.
Desde donde ya no estoy 
llaman esos demonios
a quienes usurpé el espacio
para esconder mucho de ese todo
que casi nadie tiene 
y se quejan gimiendo
la insufrible condena
por la libertad que no pidieron.
Me señalan culpable
de pecados ajenos
y me repiten noche tras noche 
lo que no quiero saber 
de pasados sin huellas
de nombres perdidos en recuerdos 
que ocultan el todo de nadie 
y donde ya yo no estoy. 
No quiero saber que hoy me queden 
cicatrices abiertas 
donde lastimen nombres que un día 
con paso corto
y fugazmente me acompañaron...
De pecados ajenos, condenas
el martilleo que escucho 
quien haya de seguirme
demonios que gimen
viejas huellas ocultas
espacios usurpados
mucho de todo y poco de nada
donde ya no estoy 
no quiero saber.


©Rufina



domingo, octubre 09, 2011

De pie



Mal que le ha de pesar a muchos,
las raíces se aferraron a la vida
con todas las fuerzas obtenidas
de donde otros retienen fracasos.
La diferencia estriba en lo que no se ve.

Cuando se tienen todas las puertas:
Las que han escogido otros por tí,
las que todos prefieren,
las que todos rechazan,
y las que pocos consideran,
la decisión intimida...
Pero no ha de matar a nadie.

 Los árboles de raíces aéreas
no son mejores que los demás:
Sólo son diferentes.

La diferencia estriba en lo que no se ve.

Ya de cara a ese reto 
que conmueve el espíritu y energiza,
el enfoque se centra en buscar
las maneras de expandir horizontes,
mostrar las razones, apostar a la vida,
levantar la victoria estandarte.

Victoria de la fuerza empeñada,
de la puerta escogida,
del reto que nos muestra diferentes,
de horizontes abiertos...
¡Lo que no se ve!

©Rufina


La lágrima no es fácil



Los llantos son hondos,
serios, infinitos.
Hablo de los llantos
cuya razón es inolvidable.
Llantos desde dentro
donde el alma desgarra agónica,
y callada esconde esa rabia
sorda de impotencia que reafirma
lo incapaz de los intentos ante
toda lucha... ¡Toda!

Sobrevivir al dolor deja huellas,
en el espíritu
fija cicatrices
para atrofiar alas
que al final cercenan.
Ni el ardor de la visión anegada
es capaz de aliviar del sollozo,
el incontenible espasmo, estruendo,
horroroso ahogo.
Luego llega la paz.
Llorar sana el alma.

©Rufina


lunes, octubre 03, 2011

Movidas

Zarandeando la mañana
descubrió campos abiertos
donde hay flores tocando
las nubes
el viento refresca caminos
que el sol cubre de tibieza.
Cernía aromas
recuerdos
tiempos lejanos que desde siempre
fueron cargados de infame olvido...
Sobreviviendo.
Se cuela el frío
que amanecido golpeaba
las piedras detrás del campo
y de mañana sobornaba
la brisa.
El sensual vaivén 
amalgama a su antojo y combina
elementos donde dimensiones
el tiempo, ruidos, aromas...
Se vacían sobre el infinito 
colores 
y reafírmanse 
danza de vida en suelo fértil 
desgarre de nubes que llueven
pétalos reverdecidos
cubriendo hasta el punto de encuentro
de infinito y limitado
raudales antagónicos 
de inexistente presencia aislados.
Zarandeando la mañana
se cuela el frío
el armonioso vaivén
se reafirma aroma de nubes
tierra mojada.


©Rufina