Páginas

lunes, julio 29, 2019

Para decir

Quiero aclarar y, si se puede, explicar algo que dije en un momento donde "se me fue el avión", y que gracias a mi hermanita del alma, puedo corregir (de ser posible).  Me refiero al asunto de la mujer ésta que me sacó de mis casillas y me estuvo acosando por un poema que creyó (la muy tarada, porque NO ES LOCA) que publiqué agrediéndola, pero como no es el centro del Universo, me pase la situación por el arco del triunfo y listo.

Como saben, es estos medios es muy fácil y común soltar ideas y frases que han estado arraigadas a nuestro intelecto incluso cuando ya hace mucho sabemos que no son correctas.  Con la familia, los amigos y conocidos, vivimos serias experiencias que deberían hacernos clara la magnitud e importancia de ciertas vivencias, aunque no sean propiamente nuestras.  

Me refiero específicamente a la seriedad de las enfermedades mentales.  Cuando se llama LOCO a un ser humano hay que tener mucho cuidado, porque la palabra implica una condición que nada tiene que ver con actitudes caprichosas, de rabia, celos, odio, etc.  Es una palabra que no debe utilizarse indiscriminadamente, y punto.

En nuestro entorno social, la mayoría de los hispanos no hemos aprendido nunca a llamar las cosas como son, por incomprensibles miedos, vergüenza al que dirán y algunas otras razones.
Con mi hermanita del alma Marta, llevo años aprendiendo una lección que no debería ser olvidada cuando me enfrento a situaciones conflictivas, incoherentes e incomprensibles.  Humana al fin, me declaro culpable de dejar pasar cosas de mi mente a mis escritos, sin detenerme a analizar.  
De no ser por Marta, no entendería lo que entiendo de los serios problemas que enfrenta una persona con una enfermedad mental.  Comenzando por la infame depresión, que no todo el que la padece quiere aceptar, hasta las consecuencias de un trauma ocurrido durante la niñez o la adolescencia, y los acontecimientos destructivos que pueden general ambos en la vida de un ser humano, eso sin contar con las injusticias que padecen por parte incluso de los seres que deberían protegerles y amarles.

Todo el mundo piensa que puede controlar lo que les ocurre, pero NO ES CIERTO.  De las enfermedades mas devastadoras y destructivas en los seres humanos, las enfermedades mentales están, me atrevo a decir, entre las tres primeras.  ANIQUILAN el bienestar no sólo de quien la padece, sino de su familia y allegados.  Desestabilizan el bienestar emocional, social, espiritual, familiar e intelectual de seres humanos hermosos que podrían ser perfectamente capaces de aportar maravillas a nuestra sociedad con sus talentos y sus capacidades.
Por eso mi hermanita Marta es una de mis héroes.  Hasta tengo dos hijos que parió ella, hemos compartido toda una vida de experiencias, nunca nos hemos alejado a pesar de que vivimos tan distantes, y sin desmerecer a nadie, ni siquiera con mis hermanas de sangre tengo el acercamiento leal y transparente que tengo con ella.  Estoy muy orgullosa y feliz de que este encaminada (finalmente) a hacer uso de su creatividad y habilidad para el beneficio de muchos, y especialmente, estoy agradecida a Dios por el compañero de vida tan amoroso y dedicado (Paúl) que ha puesto en su camino.

Por ella, su esposo, sus hijos (que sufrieron tanto), y por todo el que padece algún tipo de enfermedad mental, escribo esta nota y espero que sirva como un llamado de alerta a quienes creen que pueden solos.

Irely Martinez Montes
(Rufina)