Dependiendo
Cuando alguna vez tuve aciertos
les permití huir en alas del miedo
que se convirtió en segunda piel
cuando recibí el calor de un norte
que llenó mis entrañas del dolor
insufrible que acompaña la espera.
Mis gritos casi llegaron al alba
cuando al intento de acallar agravios
alcé mi rostro, y al abrir la boca
se escaparon lirios cuyo perfume
construyó cientos, miles de montañas
sobre libros viejos cubiertos de hiel.
Se nos había tornado algo mustia
la idea virtual de un abrazo cercano
aunque se mantenía abierto aquél
camino que comenzó en los labios
el dolor-angustia no dejó de ser.
Tampoco nos abandonó el miedo.
Con todo, el norte protegió la piel
Con todo, el norte protegió la piel
curtida que abría en estrías hondas
donde hubo semilla que, perdida
germinaba nutriéndose de hiel
perfumes, lirios, abrazos soñados
y besos-dolor mordiendo distancias.
©Rufina