No hay tiempo
Tan viejas y lentas se hicieron las horas,
que desde su muerte vestida de vida
lloraban los vientos espacios perdidos
la agonía obligada a ser compartida.
Y en la zapatiesta de idos recuerdos,
se morían las cosas pensadas de siempre
que no fueron hechas, y el hábito nulo
de estar lamentando olía al perfume
de las obras muertas.
Entonces no hubo manera posible
de curar el álgido ambiente de vientos,
de muerte y de angustia...
de aleteos perdidos y disertaciones opacas y mustias.
No había el espacio para orear los sueños
y las ígneas horas consumían infames,
lentas y pesadas lo que aún quedaba...
El hedor a muerte, lo invadía todo
y se hacía más denso.
Tan viejas y lentas se hicieron las horas,
que en la loca angustia compartida a medias,
murieron de miedo recuerdos
de siempre y hábitos hechos.
La agonía incisiva un día compartida
se nos hizo férrea, como aguda arista,
filosa y dañina... y flagrante huyó,
¡colmada de vida!
Rufina
Gracias por estar
Ayer tuve muchas razones para equivocarme, aunque hoy, después de la inicial confusión de muchos años, ya no tengo motivos para justificarme. He vivido tantas y tan variadas situaciones durante todo este tiempo jugando a estar viva, que en su momento, las interrogantes fueron tantas que fue muy cómodo intentar convencerme (y lo logré) de que no existían, antes de asumir lo que me iban a lastimar las respuestas. Nunca tuve tiempo para mirar hacia arriba. Nunca tuve tiempo para ser yo. ¡Siempre viví por y para los demás!
Pero "nada hay oculto que no haya de ser manifestado, ni escondido que no haya de salir a la luz"... Y habiéndolo añorado, aún me sorprendió redescubrirme tan de pronto, y encontrar el valor de hacerlo de la mejor manera. Por supuesto, no lo hice sola. No puedo de ninguna manera jactarme de eso y no quiero, porque mi naturaleza dejaría de ser si cometiera semejante barbaridad. Gracias, amor bueno y limpio... ¡Gracias por estar hasta que sea!
De ti aprendí (en este proceso que pensé iba a ser más doloroso) que siempre hay sol mañana; que a los gatos no se les acaricia a contra pelo; que a todos nos duele cuando nos pellizcan; que el descuido deteriora al espíritu tanto como al cuerpo; que llorar cuando se tienen ganas y sin razones, es la mejor medicina para el
sufrimiento; que no se puede dejar de escuchar al corazón cuando nos habla; que los riesgos son necesarios para ganar cualquier batalla; que el miedo es el peor enemigo del crecimiento espiritual; que deprimirse puede evitarse encontrando quien nos apoye; que quien no nos quiere no nos merece; que quien no se pierde
nunca llega a ningún lugar; que hay siempre alguien con mayor necesidad que uno; que el mundo no fue creado en diez minutos ni será destruido en cinco; que lo que más creemos conocer es lo que menos sabemos; que convicción sin acción no basta; que el amor muere por abandono; que nadie se muere por nadie; que esperar a mañana no nos permite disfrutar el hoy; que nuestras posibilidades reales no se limitan a nuestra capacidad física; que cuando se quiere se puede; que se debe querer siempre; que lo único que realmente te pertenece es el conocimiento; que un diploma no te hace mejor ser humano; que lo que crees tuyo ciertamente no morirá contigo; que nadie es indispensable; que los contratos se crearon para ser rotos; que ninguna idea es real sino se desarrolla; que las metas se trazan para alcanzarlas; que si hay una piedra en tu camino y eres incapaz de moverla, siempre puedes saltar sobre ella; que la fe sí mueve montañas; que la ignorancia es pecado; que el respeto de los demás comienza donde termina el tuyo; que el tratar de complacer a los demás es siempre inútil; que si no eres feliz es por tu discapacidad de amarte; que lo que debes a otros no es solo lo que te han dado; que lo exterior no es importante; que tus pies para caminar siempre se colocan uno frente al otro; que los temores todos son infundados; que la montaña se hace más alta cuanto más cerca estamos de la cima; que no hay justificaciones para el resentimiento; que ninguna experiencia se repite; que una sonrisa siempre es devuelta; que la compasión es lo que cierra la brecha entre la adolescencia y la vejez; que no es importante lo que piensas si no lo tienes en tu corazón; que el empeño determina tu triunfo; que la excelencia no se improvisa; que el luto no debe existir; que no debe detenerte el tiempo ni la distancia; que mañana no existe; que alucinar sobre el futuro destruye; que la humildad no se puede fingir... ¡Que hay que celebrar la vida! ¡Con todas sus consecuencias!
¡Con todas sus consecuencias!
Rufina
Fractura
Un golpe de tinieblas azotó su conciencia
adormeciéndola, minimizándola.
Cubriendo en cada sombra su visión
su deseo, pasión y sus luchas.
Las razones de su vida ennegrecieron.
Haciendo inútil su esperanza, partiéndola
a medias resquebrajándola, rasgándola.
Hasta que casi solo quedaron hebras
deshilachadas, como trapo viejo.
Las razones de su vida ennegrecieron.
Ni siquiera las tinieblas fueron suficientes
Cuando el dolor le despertaba
y removía las raíces desenterradas.
Cuando las razones de su vida iluminaron
al fin más fuertes que las tinieblas.
¡De repente todas las razones iluminaron!
Un golpe de tinieblas azotó su conciencia
para que las razones adquirieran luz propia.
Las mitades se reconstruyeron, se rehilaron.
¡Todas las razones de su vida iluminaron
ni siquiera las tinieblas fueron suficientes!
¡Los azotes no fueron suficientes!
Rufina
Desde mí
Cuando abrí los ojos se me llenó la vida.
Entraba luz a los rincones de mi mente...
Después de una gran noche en nada.
Noche de ojos cerrados e inconsciencia,
de muerte disfrazada que respira
como tenebroso miedo que desgarra.
No me gustan las noches ni los sueños
por lo que de inútiles tienen y traidores.
No sabemos si el inconsciente
obtuvo algo terrible en los rincones,
o si al descuido, malicioso,
olvidó herido de odio sus dolores.
Recibí la luz, e inmersa en su tibieza
me deshice, fragmentada por los rayos
y como vuelo de aves al alpiste.
Se fue la noche lejos, sus oscuros rincones
y sus tenebrosos miedos escondidos...
¡y se llenó de vida la mañana!
Rufina
Que todo caiga
Esperar que todo caiga por su peso, resulta en extremo cómodo cuando el miedo nos petrifica, deteniéndonos... Pero esperar teniendo clara conciencia de que tememos, es irresponsable e imperdonable, porque no hay justificación alguna para no ver mientras estamos mirando y no aprender de lo que claramente se nos está mostrando. Lamentar el resultado de la espera pensando en lo que no fue, resultaría en una redomada estupidez... de esas que repetimos constantemente, creyéndonos los dueños de un espacio que no nos pertenece y al que no le estamos agradecidos a pesar de que toda una vida está manteniéndonos.
Confrontarnos a nosotros mismos es el miedo que nos detiene, porque nunca llegamos a conocernos realmente, intentanto ocultar la miseria que nos prejuicia y nos lleva a negarnos oportunidades hermosas, que terminan siempre en las dolorosas enemigas que nos destruyen: negación, frustración y rencor; consabidas consecuencias del no haber aprendido a ver lo que se nos ofrecía vivir en su momento. No podemos negarnos que tenemos lo que hemos querido... siendo que jamás nos atrevimos a luchar por lo que quisimos. Por eso el quejarnos no es salida, y el intentar volver a atrás solo nos dejaría con el amargo sabor del cruel fracaso y la constante frustración de haber perdido nuevamente el tiempo.
Rufina
VIII
Esperaba que un rayo partiera el horizonte.
Como esperar que el tiempo dejara de ser frío
o la lluvia dejara de azotar a las hojas...
Como querer que el beso se borrara del alma
o que las oraciones no llegaran al cielo.
Cayeron en mi espalda las voces de añoranza
y levantaron solas agonizantes karmas...
aquellas que de amor fueron hechas eternas,
¡y mis manos hablaron las calladas verdades!
Lo poco de razón rompió con fieros golpes
y vida hizo nido en el árbol de olvidos...
Como queriendo abrir los viejos corazones
tan llenos de agonías y terribles rencores.
De pronto las caricias dejaron de ser ciegas
y se llenó la ausencia de formas y colores.
Y corrieron mis dedos la inerte superficie,
como buscando solos en formas invisibles...
como palpando solos dolorosos amores.
¡Ah, qué de muertes llenas de las cosas queridas!
¡Que de tiempos de fríos llenos de tesoros!
¡Qué alegría en el alma poder hoy revivirlos!
Y como todo cambio con dolor en el hecho,
se abrieron mis rincones para parir más sueños
en un tiempo en olvido por motivos cansados...
en un lugar besando los ecos provocados
por los fuegos gastados de dolidas sonrisas.
Esperaba que un rayo partiera el horizonte
creyendo que los truenos podrían llegar huecos...
pero llegaron llenos y despertaron cielos
y mares y montañas... y tormentas y ríos...
¡Qué alegría del alma poder hoy revivirlos!
Rufina
Quítame
Créeme en las nubes, no me pienses.
Mírame en el viento y las tormentas,
en las aguas turbulentas y en las ramas,
en los hilos de tierra cultivada.
Quítame el color mustio de la piel...
el olor a paredes mal mojadas,
a papel podrido, a renuncias...
¡y cúbreme de cielo las esperas!
Búscame en la lluvia de tus noches,
en las torrentes que arrastran a la tierra;
en las pasiones locas, en la guerra...
¡Tócame con tu calor la cara!
Estimula la paz de mis secretos,
de las pasadas luchas, de las ganas...
¡y cúbreme de cielo las esperas!
Créeme en las nubes, no me palpes...
no me pienses el mustio de la piel
ni la humedad de las paredes,
¡mírame en el viento y las tormentas!
Búscame en los hilos de tierra cultivada
¡y cúbreme de cielo las esperas!
Rufina
Casi
Sí, casi que me desdoblo, que me quemo, que gravito...
Casi como que desgarro esta carne donde habito
sin haberme expandido y sin saberme presente.
Casi que mis pies se alzan, que mis manos dan alcance,
casi que el viento me rompe los prismas de la conciencia.
Sí, casi que remonto vuelo, que paro cientos de hijos,
que se me pierden los sueños y se fermenta el aliño
que adornó con sus perfumes mis días de adolescente.
Casi que no me acomodo, que no me incita la aurora,
que no recibo si pido, que se secan las raíces...
¡casi que dejo ir los frutos que costaron una vida!
Casi que me estoy de pie, que no existen los ahora,
que me vuelvo a desdoblar, que mi cielo desvanece.
Casi, casi, me estremece el dolor de no encontrarme;
casi me abandona inerte, casi contamina el alma...
y entre ausencias y distancias, casi me hago cobarde.
Casi que al fin me sacudo, casi que abro los ojos...
casi que veo el camino sin luces de fantasía.
Sí, casi que no lo celebro por miedo a hacer el alarde;
casi que pierdo la llave para abrir los mil cerrojos
que me hicieron como noches lo que era aún de día.
Casi que gravito y me quemo, casi que ni siento, ni veo...
Casi que se caen las hojas, casi mis raíces mueren...
Sí, casi me consume el tedio, casi me mata el hastío,
hasta que casi me encuentro, y entre que pierdo y no pierdo,
casi me siento tan cerca, que casi mis manos sienten
cuando en el vuelo sin alas, casi soy algo más mío.
Rufina
Y Punto
En breve, nerviosa movida, cuidando de sus fragilidades, curioseando entornos, buscando sorpresas, alerta...Pareciera estar jugando al escondite con un gato goloso a punto de ingerirle.
No es fácil cuando la energía se agota y el cuerpo cede.No es fácil cuando el aliento fatigado deja vulnerable al espíritu. Entonces parece inútil moverse, luchar, esconderse... y en las huídas instintivas se desvanece el propósito.
Casi desaparece.
Como si ni siquiera el amor fuera suficiente.
Como si la energía del sol incumpliera su misión renovadora o el agua se negara a humedecer las vulvas y hacerlas receptivas a la cimiente viva.
Al fin que no hay sino dos opciones a todos los extremos y es que mueres o vives y punto...
Como si miras o te ciegas, caminas o te detienes,
levantas o caes, hablas o callas, aceptas o rechazas,
te reafirmas o niegas...
Amas u odias...
¡Y punto!
Rufina
El Culpable
Se hizo cobarde, corrompido y moribundo, como blasfemia al intelecto y a la vida. Ufano merodeó los horizontes y de soslayo escondía las manos... del delirio en la locura, vacilando en la oscuridad como perdida huída del reloj resquebrajado. Se hicieron sus amores rastreros, tapados con las sombras del centro del suelo. El llanto por la muerte se oía de lejos y escondía en las piedras la sapiencia de los brujos, que volando llegaban en el color de miel de sus rayos, engañando a los hombres sin reparos. Culpable de la urgencia de la huida, asumió blasfemando sus infiernos, queriendo recompensar la herida que dejó con sus manos, cuando rompieron los amores del delirio en la locura. La cobardía perdió las razones y destruyó los corazones viejos, doloridos... Moribundo se arrastró a los horizontes buscando el perdón del intelecto corrompido y el consejo de la sapiencia de los brujos...
¡Como si la vida fuera dueña de los hombres! Los amores tapados del centro del suelo surgieron destruidos, sin esperanza alguna de llorar la muerte y engañando a los hombres sin reparos, se mantuvieron de pie, tristemente desnudos... suspendidos...buscando a los culpables del delirio y siempre inertes, tomaron el reloj resquebrajado.
Rufina
Enséñame
Me tienes que enseñar a ser más fuerte...
a no permitir que tu dolor me duela,
a asumir que el futuro sigue estando distante
y a no buscar respuestas a preguntas absurdas.
Enséñame a entender que no te tengo,
a que esta distancia se hace más pesada
conforme alarga el tiempo de la espera
y nos lastima este morir la vida ausentes.
Enséñame a olvidar lo aprendido
y borra los latidos de las huellas
que pusiste en mi piel cuando llegaste
y que son la razón de mi locura.
Y en este camino a ningún lado,
enséñame a matar las esperanzas,
a olvidar los abrazos que no diste
y a cerrar sin tus besos el pasado.
Rufina
Fragmentos
Creí que recordaba.
En esa nebulosa
visión de pasados
distinguí una imagen
mirándome de lejos.
Rasgos, mezcla de caras,
sureal espejismo,
ruidos, olores, viento,
colores... alguna voz
perdiéndose lejos,
cerrada la ventana
de la cortina blanca.
Amarillos brillosos
cerrando los caminos.
Rayos marcando huecos,
lluvia soñando amores
escondidos mojando
mi frente desvelada.
Creí que así vivía,
sobre empujes erráticos
viento bajo la hierba
mojadas ilusiones,
los recuerdos pegados
a la piel como imágenes,
envisionando pasados
alcanzando espejismos
llenándome de olores,
perdiéndome la paz
sin rayos ni nubes
y mojada en amores.
Creí que recordaba
la voz de la ventana
y me tocó la luz,
limpiándome la frente
con la cortina blanca.
Rufina