Esperaba que un rayo partiera el horizonte.
Como esperar que el tiempo dejara de ser frío
o la lluvia dejara de azotar a las hojas...
Como querer que el beso se borrara del alma
o que las oraciones no llegaran al cielo.
Cayeron en mi espalda las voces de añoranza
y levantaron solas agonizantes karmas...
aquellas que de amor fueron hechas eternas,
¡y mis manos hablaron las calladas verdades!
Lo poco de razón rompió con fieros golpes
y vida hizo nido en el árbol de olvidos...
Como queriendo abrir los viejos corazones
tan llenos de agonías y terribles rencores.
De pronto las caricias dejaron de ser ciegas
y se llenó la ausencia de formas y colores.
Y corrieron mis dedos la inerte superficie,
como buscando solos en formas invisibles...
como palpando solos dolorosos amores.
¡Ah, qué de muertes llenas de las cosas queridas!
¡Que de tiempos de fríos llenos de tesoros!
¡Qué alegría en el alma poder hoy revivirlos!
Y como todo cambio con dolor en el hecho,
se abrieron mis rincones para parir más sueños
en un tiempo en olvido por motivos cansados...
en un lugar besando los ecos provocados
por los fuegos gastados de dolidas sonrisas.
Esperaba que un rayo partiera el horizonte
creyendo que los truenos podrían llegar huecos...
pero llegaron llenos y despertaron cielos
y mares y montañas... y tormentas y ríos...
¡Qué alegría del alma poder hoy revivirlos!
Rufina
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