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sábado, enero 19, 2019

Casi

Casi

Sí, casi que me desdoblo, que me quemo, que gravito...
Casi como que desgarro esta carne donde habito
sin haberme expandido y sin saberme presente.
Casi que mis pies se alzan, que mis manos dan alcance,
casi que el viento me rompe los prismas de la conciencia.
Sí, casi que remonto vuelo, que paro cientos de hijos,
que se me pierden los sueños y se fermenta el aliño
que adornó con sus perfumes mis días de adolescente.
Casi que no me acomodo, que no me incita la aurora,
que no recibo si pido, que se secan las raíces...
¡casi que dejo ir los frutos que costaron una vida!

Casi que me estoy de pie, que no existen los ahora,
que me vuelvo a desdoblar, que mi cielo desvanece.
Casi, casi, me estremece el dolor de no encontrarme;
casi me abandona inerte, casi contamina el alma...
y entre ausencias y distancias, casi me hago cobarde.
Casi que al fin me sacudo, casi que abro los ojos...
casi que veo el camino sin luces de fantasía.
Sí, casi que no lo celebro por miedo a hacer el alarde;
casi que pierdo la llave para abrir los mil cerrojos
que me hicieron como noches lo que era aún de día.
Casi que gravito y me quemo, casi que ni siento, ni veo...
Casi que se caen las hojas, casi mis raíces mueren...
Sí, casi me consume el tedio, casi me mata el hastío,
hasta que casi me encuentro, y entre que pierdo y no pierdo,
casi me siento tan cerca, que casi mis manos sienten
cuando en el vuelo sin alas, casi soy algo más mío.

Rufina

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