Cuando el casco se fragmenta, se prolongan los nervios
dilatando la presión que abruma los sentidos.
Una frescura de ráfaga violenta invade fuerte,
avasalla, alborota y refunde,
para luego observar desde afuera.
Por un momento todo está
más claro...
Hasta que por buscar, se pierde el espacio apropiado
donde el orden podría haberse manifestado.
Entonces todo vuelve a su lugar.
©Rufina