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miércoles, enero 25, 2012

Nota Póstuma a Sylvia Amparo


Amiga hermosa, que caminaste niñez, adolescencia y joven madurez a mi lado, te recuerdo siempre con amor hoy que no estás en este mundo de envidia y malos quereres.  Hoy que es mayor el dolor de la ausencia que el de la distancia.

Aún te veo con tus trenzas largas de cabello rebelde y duro, con tus muñecas y tus gatos, con tu voz melodiosa y tu dulce mirada.  Cantando aquella canción de cuna que aprendimos juntas...  Con tu toga blanca, tu ramo de azahares, tu velo de novia y tu gran corazón... ¡Y aquella hermosa inocencia de niñez prolongada!

No olvidaré jamás aquél gran dolor, cuando lo más caro a tu vida partió a destiempo.  Pienso en tu adorada Madre y no puedo contener las lágrimas. ¡Era tan mío todo lo tuyo!  
Entonces no estabas lista para lo que todos esperaban.  Te refugiaste en Dios y yo me refugié en tí, porque dentro de tu imensa tristeza estaba constituída tu fuerza y tu valor.  
Siempre estuvimos cerca una de la otra, aunque la distancia nos apartara.  Nos vimos convertirnos en mujeres, cada una con vida propia en un solo corazón.  

Vieja amiga, la última vez que nos vimos sé que tenías mucho que decirme... No pudimos hablar, pero a pesar de que mis palabras ya no te den consuelo, y mi solidaridad no te alcance... Siempre estoy de tu lado: aquí estoy, ¡escuchándote!


©Irely-Rufina