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miércoles, junio 29, 2011

Vivir intenso

Vivir intenso te libra
de investigar sobre todo
lo que no se puede ver
y de aquello que pudieras
ignorar ante la duda
de ver muy grande lo enano
de confiar en fortalezas
hechas de agua y papel
de sobrestimar el ego
vivir intenso te libra.

Te libra vivir intenso
de imaginar lo deshecho
de tomar veredas viejas
donde no dejaste huella
de quejarte de perder
de desconocer tu entorno
aunque le mires a diario
de quejas por dolor de otro
sin reconocer el tuyo
vivir intenso te libra.

Te libra vivir intenso
de ignorar el horizonte
de dirigirte sin rumbo
a buscar lo que ya es tuyo
y crees que no has tenido
de lágrimas sin sentido
de abrazar adulaciones
del dolor por el esfuerzo
que es siempre como caricia
vivir intenso te libra.

Vivir intenso te libra,
te libra vivir intenso.

©Rufina

sábado, junio 25, 2011

Mi derecho y mi ser responsable



A veces es como si la palabra
no fuera suficiente;
como si el grito se quedara a medias
y se ahogara en llanto,
la sangre ardiera  más que la herida.
¡Carajo y más carajo!
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
Cuando el responsable ser interfiere
con mi gana y derecho
de exponer esta rabia,
cambiando esas letras...
Aún la vida, amando como se ama,
la norma Natural de aquel principio
-cuando ya fuimos creados-
expone nuestra Humana dualidad
y confronta las ideas
en batallas a muerte.
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Carajo!
¡Si la palabra fuera suficiente
no se estaría sintiendo este vaho
a sangre que instiga al desquite, ¡ay! ¡ay!
Se queda a medias, ahogado en llanto
ese grito... ¡Hostia!  El grito... ¡Coño!
¡Esa mierda que se escucha Carajo!
La más acertada opción que todo
masoquista condena
y que todo el poder de la palabra
apenas expone.
Amando esta vida como se le ama
-porque es amor el Arte-
me aferro a mi gana y derecho con garras
y me cago en el quebranto, antesala
a todas las partidas...
¡Coño! ¡Hostia! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
La Natural dualidad que confronta
al ser responsable y a mi derecho
a que me dé la gana...
¡Carajo! ¡Coño! ¡Hostia!
A veces es como si la palabra
hediera a sangre que instiga violencia.
Es cuando la partida está tan cerca
que siento resuellos sobre mi nuca
advirtiendo a ese ser responsable
que ya es hora de ejercer mi derecho
y decir lo que me da mi gana... ¡ay!
¡Es por la sangre que la herida arde!
¡Hostia! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Coño!
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Carajo!

©Rufina



jueves, junio 16, 2011

Hijas de América


Recostadas una al lado de otra
para aplacar el frío en los huesos
la piel, el alma... que cala profundo
y duele hasta matar conciencias
devastadas por rampante abuso
tomadas a menos, ultrajadas...

Desprotegidas por ignorancia
atadas a la ignominia, odiadas
forzadas a denigrante escasez
más allá de las sucias ventajas
en una nube de feos engaños 
donde amor y dignidad perecen.

Sueño libertario desmembrado
en ese tren de ida sin retorno
que se ha llevado algo de todas
y ha dejado torpes excusas
tan inservibles explicaciones
como acierto: futuros de muerte.

La sombra de herencias enfermas
sino de niños que debieron ser
luz de porvenir, vilipendiada
sangre extenuada por siglos de odios
diligenciando entes famélicos
palurdas visiones de mañanas.

Recostadas una contra la otra
compartiendo luz de albas y ocasos
se mecen en la misma hamaca
esperando que florezca ese día
y llegar a la danza gloriosa
logrando reivindicar deshonras.

Entonces serán mucho más grandes
rehaciéndose, manos limpias
cada herida de muerte, sana
las mañanas de futuros reales
en ocasos de paz, el descanso
cada infame dolor, redimido.

 Proclamará el amor la falda
conformada por siglos dormidos
tres de cuatro partes de América
sentirán la tibieza que exalta
el retorno al fin de la riqueza
de su nueva y robusta conciencia.

Han de mirar al frente las hijas
tiernas y visionarias, promesas
que el dolor y el abuso formaron
en honrosa fuerza inapelable
por generaciones labradoras
ahítas de historias de miedo.

No más robos, palizas o llanto
ni invasiones de excusas baratas
No más ciencia de ofertas, inventos
ni rapto, humillación, deshonra...
Sin ayer construirán el mañana
se abrirá infinito este cielo. 

©Rufina



miércoles, junio 15, 2011

Ese es el hombre


Cabizbajo, con los ojos que se queman
se deshace llegando a las orillas
incapaz de liberar esa lágrima
que alivie de inmediato las heridas 
abiertas que han dejado en su pecho
las batallas de una guerra sin nombre.

Bajo un estéril cielo se revuelca
sobre las flores nacidas silvestres
en tumbas olvidadas por el tiempo
manchando de grana esa cobija
que abarca al cielo y protege a los dioses
del fuego que se vierte cada ocaso.

La línea que dibuja lejanías 
se hace ancha y obliga a abandonar
equívocos caminos, falsas ideas
que quedaron colgadas del espacio
cuando creyó en las luchas genuinas 
luego de una falsa orquestación.

Ahora que ni el llanto es un recurso 
y la energía es precisa en la fragua
se asoman tormentas de rayo y trueno
vespertina advertencia en las nubes
luminoso telón que se abre entero
al bruno fondo hinchado en destellos.

Siendo bautizada, la guerra agranda
la visión de mañana y alivia
ese ardor que mortifica en los ojos 
cediendo a la urgencia de reflexionar
en lo perdido, acotar lo ganado
celebrar tumbas de flores manchadas.

Solo, cansado, preso de una rabia
más dolorosa aún que las heridas 
se levanta sin quejas, suspirando 
sobre toda guerra, todos los muertos
las urgencias, la misma visión
y hace estigma al camino a su paso.

La alborada es del confín de la tierra
la inmensa extensión del firmamento
sobre el manto protector de los dioses
en ese grana que tiñe las flores
brotando de las heridas, secuelas
de la dirección a un punto falso. 

Levanta la cabeza, el gemido
retumba en la cóncava esfera sin luz
y sobre la inmensidad se repite
como latido fuerte que huyendo
de si mismo, se esconde de miedos 
contra su enferma voluntad expuestos.

©Rufina
15 de junio 2011


sábado, junio 04, 2011

De camino sin llegada


Cerca de lo imaginario...
Sobran odios residuales
de una marginal espera
y los sentidos plagados
de inercia adormecida
para que un constante esfuerzo
parezca inútil ensayo
pérdida eterna de tiempo.
¡Y cómo jode esta rabia!

Reafirmadas las verdades
un principio necesario
deshecha toda mordaza
asumiendo la locura
alimentada por fuego
inextinguible en el alma
que con sus manchas de sangre
marca el lugar de la tierra
que aún se mantiene limpia.

 Ruge el horizonte en celo
cubre el negruzco barrunto
la bóveda azul que encierra
víctimas y victimarios
del trasiego de conciencias
del bombardeo de mentiras
de enmohecida llovizna
que jode y sigue jodiendo...
Y los odios reverdecen.

Entre latones, madera
el metal galvanizado
que el salitre no perdona
las promesas derretidas
sobre una silla robada
sobre las puertas, los atrios
esperanzas que se quiebran
como se ennegrece el peltre...
¡Ruge y me jode esta rabia!

Vivir dolido se aprende
al límite de la anchura
de ese lugar del olvido
-conciencia estrangulada-
desgarrada humanidad
de viciados propósitos... 
Sin ojos, oídos y boca
que deshagan las patrañas
para terminar principios.

Aprendiendo sobre esfuerzo
que siempre es insuficiente
intentando entendimiento
que la dignidad no es dada
por gajos en un mercado
la tierra no se estremece 
 por una mancha de sangre
y de mirar el espejo
no cambiará lo que muestra.

Sobre los odios constantes
una estela de neblina
hace que perdamos vista
y ni la clara evidencia 
de cicatrizados golpes
logrará nuestra condena
el desgano que agoniza
se amaña del fuero interno
y nos jode con sus sueños.

¡Cómo me jode esta inercia!
Por no querer no se sabe
por no intentar no se puede
el que no piensa ejecuta
donde llueve no se moja.
Sobre la silla robada
enmohece la esperanza
y los vicios reproducen
con su rabioso rugido.

¿Cómo evitar las patrañas
cuando tienen tanto espacio?
Marginados los sentidos
se borran los horizontes
 en una asquerosa esquina
 nos vendemos como putas
la prisa nos hace locos
comemos la misma mierda
y nos importa qué piensen.

¿Cómo hablarles del dolor
sin ojos, oídos y boca?
Se hacen imaginarios
todo esfuerzo, todo logro
nos colocan etiquetas
con un hierro a vivo fuego
y estática permanece
nuestra mentada esperanza...
¡Ay! ¡Cómo jode esta rabia!

 ©Rufina