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martes, mayo 01, 2012

Lento, lento, lento

Lento, lento... lento


Inundando entornos las delicias
de nuestras intimidades
nos llevan... lento...
A los besos que queman la piel
 a obsenas caricias que redescubren
lugares recónditos, profundos
donde la lava del volcán
hace que madure la fruta
que se ofrece abierta, descarada
a tu boca que bebe, lengua que liba,
lento, lento...
el néctar de dioses que quema
y se esparce con grosura.
Y lento, lento...
entran en mí tus latidos,
jadeos de viaje al infinito
marejadas de tu mar que llena,
invade, inunda...
con fuerza, posesivo, exigente,
y se agranda la urgencia,
y después...
los latidos se hacen
cada vez más
lentos, lentos... lentos.





Rufina