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jueves, noviembre 17, 2011

Hoy

Volvieron a posarse mariposas en mi pecho
y una ráfaga de viento acarició mi rostro.
Olía a piel tostada, a lavanda, a romero, a miel,
a aquél aroma imaginado que adormecía
cuando tu sinuosa voz recitaba ilusiones
y al filo de las urgencias me hacías el amor.
¡Qué locura hermosa aquella llena de lágrimas!
Fueron demasiado dolorosas las renuncias:
casi hasta que el horizonte dejó de ser,
en el ocaso se deshicieron los luceros
y mi norte se hizo humo, lleno de esperas,
donde ni la palabra tuvo sentido.
Hoy, regresas con el viento en su andanza,
recogiendo arenas de la orilla de tu playa,
y en la punta encabritada de una ola,
adornado de corales y de algas,
un hipocampo de oro enamorado, encontró
algunos sueños olvidados, el reflejo
de unos labios con el nunca de tus besos
y un poema de amor que ya es tan largo,
que se duerme sobre el mar, de costa a costa.
Volvió tu suave risa a enamorarme
y en el viento ha dejado otra caricia,
como cuando soñábamos tenernos
a través de el espacio fragmentado.
Hoy, conservo mariposas en el pecho,
en el recuerdo tu voz viva continúa,
y aunque me abrazo al silencio en la locura,
no abandono tampoco la esperanza
de conocer de tu amor toda delicia.


©Rufina