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domingo, febrero 06, 2011

Fantasma



Guirnaldas brillantes adornan
sus cabellos hilados de plata.
Mágica visión perdida de noche,
la verde espesura protege su imagen.
Como un duende sale a buscar
estrellas y alegres danzantes.
Su figura viste una falda de rafia,
cintas coloridas y flores robadas;
se calza alpargatas y come ilusiones
de tiempos eternos que nunca le alcanzan.
Todos la describen, no la ha visto nadie
y escuchan sus pasos cuando llueve fuerte.
Dicen que en el rostro lleva la sonrisa
de quien no ha perdido ninguna esperanza,
y paciente espera que llegue la muerte.

Rufina


Te imaginé




Te imaginé como eres, niña de mis ojos.
Con el cabello oscuro, rizado y fino,
con tu carita suave de ojos vivarachos,
grandes, negros y dulces.
Con la inocencia hermosa al comenzar
la vida y la sonrisa plena, curiosita
y coqueta que enternece al más duro
y derrumba al más fuerte.

¡La niña de mis ojos que ya no es tan niña!
Los años te han formado, pequeña jovencita,
en el capullo tierno que promete
tornarse en la más bella rosa.
Te imaginé como eres, niña de mis ojos.
Fragante y pudorosa, aplicada 
y feliz de poder ser tú misma,
agradecer la vida y adquirir fortaleza.

Te pareces a Mami en muchas de tus cosas,
y tienes de tu padre la forma de la cara
el blanco de los dientes, los ojos y la boca.
Pero eres mi niña, la niña de mis ojos.
Tú, alma colmada de sueños
corazón compasivo y mirada franca.
¡La niña de mis ojos que ya no es tan niña! 

Esa de tan rebelde, aún tiene pataletas
y reta a la vida sin esperar mañana.
Te imaginé como eres, niña de mis ojos.
Orgullosa y humilde, luchadora, ambiciosa...
Amante de la vida, incansable estudiosa.
Mi niña de ojos negros, que parece muñeca...
¡aún si no se maquilla!


Casi


Sí, casi que me desdoblo, 
que me quemo, que gravito...
Casi que se desgarra 
esta carne donde habito
sin haberde expandido 
y sin saberse presente.
Casi que mis pies se alzan, 
que mis manos llegan prestas,
casi que el viento destruye
los prismas de la conciencia.

Sí, casi remonto mi vuelo 
y paro cientos de hijos,
casi se pierden los sueños 
y se fermenta el aliño
que adornó con sus perfumes 
mis días de adolescente.
Casi que no acomodo, 
que no me incita la aurora,
que no recibo si pido, 
que se secan las raíces...
¡casi que dejo ir los frutos 
que costaron una vida!

Casi que me estoy de pie, 
que no existen los ahora,
que me vuelvo a desdoblar, 
que mi cielo desvanece.
Casi, casi, me estremece 
el dolor de no encontrarme;
casi me abandona inerte, 
casi contamina el alma...
y entre ausencias y distancias, 
me hago algo cobarde.
Casi que al fin me sacudo, 
casi que abro los ojos...
casi que veo el camino 
sin luces de fantasía.

Sí, casi que no lo celebro 
por miedo a hacer el alarde;
casi que pierdo la llave 
para abrir los mil cerrojos
que convirtieron en noches 
lo que aún era de día.
Casi gravito y me quemo, 
casi ni siento, ni veo...
Casi que se caen las hojas, 
que se mueren mis raíces...

Sí, casi me consume el tedio, 
casi me mata el hastío,
hasta que casi me encuentro, 
y entre que pierdo y no pierdo,
empiezo a llegar tan cerca, 
que mi alma se resiente
cuando en el vuelo sin alas, 
casi soy algo más mío.

ⓒRufina - 2009


De igual manera




De igual manera

¿Quién permanece por gusto en la agonía
de conocer que el paso de los días
solo hará más vacía y más amarga
una vida de infierno con las largas
esperas en mil noches sin poesía?
¿No es el amor lo que sostiene
cuando el latido de las sienes
se hace más fuerte y doloroso
en cada encuentro tormentoso
soñando noches de placeres?
Y no es normal a todo el mundo
el amor que se vive sin tocarlo...
Pero es tanto el corazón y tan confuso,
que nada extraño es que profundo
se arraigue una ilusión para llenarlo.
Importante es que la muerte
mientras no existe una quimera,
desaparece al acto en el momento
de llegar a la vida quien nos quiera,
quien alivie el dolor de los tormentos
y se deje querer de igual manera.

ⓒRufina



Me dejaste



Me dejaste

Me dejaste colgando del relámpago ardiente
que provocó estampidas, espasmos de muerte,
tan cerca del cielo llegué en aquél momento,
que alcanzaba los astros aún sin pretenderlo
y mi boca colmaban de nubes los suspiros.

Casi llegaba, rauda, hasta el séptimo cielo,
cuando en medio de todo volvió la realidad:
se rompió el encanto, el placer compartido,
en el sueño, con llanto colmado de gemidos,
se resumían ansias, el dolor, el tormento,
en la inmensa tristeza de nuestra soledad.

Y me quedé colgada, tal vez desprotegida...
con la amarga y frustrante sensación de la ida
que provoca el a medias de este amor de los dos.
Sintiendo los espasmos interminables, fuertes
y el relámpago hiriendo con su fuego la piel
donde ya antes tus labios estuvieron besando
en ese viaje al cielo que empecé y no logré.

Casi llegaba, casi... pero vendrá mañana,
y estaré como siempre, esperando que llegues
a intentar nuevamente comenzar estampidas,
a alcanzar esos astros, a retener la vida
que amándonos logramos en sueños reinventar.
Ah! Estaremos mañana amándonos de nuevo,
imaginando encuentros, alimentando el fuego
que algún día sin duda... ¡podremos apagar!

ⓒRufina 

Otoño


Otoño

Se mueven, se revuelven,
Se mezclan, se alborotan...
¡Intento infructuoso el negarse a morir!
Ráfagas sacuden, tuercen y someten...
como si castigadas
se hicieran obligadas a la danza asistir.
De la nada acompañan
la lágrima de doncella...
acabada y la dura espera de la caída.
Se mueven, se revuelven,
se mezclan, se alborotan, se sacuden,
se tuercen, caen.
Castigadas se someten...
acompañadas por lágrima...
¡Obligadas, asisten a la danza!
¡Triste intento infructuoso el negarse a morir!
Frío muerte marchita la arrogancia.
Los ocres y morados rebeldes se resignan.
De la nada acompañan
la doncella acabada
y... la dura espera de la caída;
¡Para asistir a la danza!
No sin dejar de moverse,
revolverse, alborotarse, torcerse,
sacudirse, rebelarse, caer...
negarse, mezclarse, llorar castigadas,
someterse obligadas, y arrogantes...
¡Negarse a morir!

ⓒRufina


Sueño con Volver



Puente Viejo sobre el Río Grande de Añasco, Puerto Rico
"Donde los dioses murieron"


Sueño con volver

Sueño con volver, igual que todos...
a aquellas peremnes líneas de montañas,
a las aguas termales de mis playas,
al dulzor de la sombra de mis palmas...

Sueño con volver y oler la tierra
que la lluvia golpeó inmisericorde
en las tardes naranjas de horizonte,
en las mañanas blancas de esperanza.

Y volveré a comer de los frutales,
caminando los riscos florecidos;
y volveré a llenarme los pulmones
del eterno cantar del claro río...

Sueño con volver y no me muero
sin rodar las arenas bien doradas
por el sol, astro eterno de colores,
que comadrea prismas en las charcas.

Y volveré a dormir en la frescura
de la cuna de hojas del gran árbol,
que una vez escuchó de mis silencios
y arrulló en sus raíces mi cansancio.

ⓒRufina