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lunes, marzo 30, 2020

Tres cremalleras para un vestido

Este tríptico fue escogido por el Dr. Ernesto Kahan, como pueden ver, para mi sorpresa
y mi deleite.

"La poetisa Irely Martínez Montes (Rufina) le escribe al presidente de BRASEGO;
"¡Qué le puedo decir, Maestro! Es un honor enorme que considere mi poema para ser incluido en un boletín tan importante como BRASEGO. Me pongo ancha, ancha... ¡me inflo como una esponja! ..........." (Se refiere al poema TRES CREMALLERAS PARA UN VESTIDO)".

TRES CREMALLERAS PARA UN VESTIDO


Irely Martínez Montes (Rufina)


*
Las razones se muerden unas a otras


intentando finalmente encontrarse, 


justificar la deuda,

enmendar daños y morir deshechas.


Entre los dientes, enmohecidas ruinas


lloran su danza de grillos muertos.


Miedos perdidos llenan incompasibles horas.


Los dientes duelen,


rechinan


al masticar...


se deshacen.




©Rufina
*

Universo.


Constante movimiento que define el ciclo.


Cada pieza, un milagro individual


integrado 
al milagro colectivo.

Cielo y tierra.

Mar y arena.


Sol y luna.


Cadena interminable de constantes nacimientos.


Luz y sombra.


Aire y fuego.


Sequía y lluvia.


Milagros inmensos que desconocemos.


Mucho le debemos a Dios


que tememos tanto


a la Vida y la muerte.



©Rufina
*


No hemos terminado, cierto.


Evitar que la naturaleza tome su curso


es siempre nuestro infernal reto.


Pero, ¿quién nos dio las bases


para nuestras grandes revoluciones?


Todo se nos ha dado.


Todo, menos el conocimiento de esta realidad.


Entonces matamos... morimos.


Hermano, date por vencido,


perdona tu egoísmo,


Porque el círculo seguirá


rodando.




©Rufina



Pre-destinado

Pre-destinado


Siempre estuvo en el medio,

decidido, mostrándose abierto


y dispuesto a la entrega sin dudas,


sin preguntas... ¡Sin respuestas!


Batallaba en presencia de todos,


a la luz de un amor merecido


que a la postre, vencido de miedo


se entregó a la agonía.

No entendió el porqué del silencio


empeñado en ausencias tan largas,


de embestidas y de mil aciertos,


batallaba campal en migajas


de escurridizas memorias de un día


donde los besos no eran en los labios.


Por recorrer: los caminos descalzos...


¡La pequeña maleta vacía!

Así fue aquella cruel despedida,


contundente cual golpe de muerte.


De igual forma, de esperas amargas


mantenía los ojos abiertos


intentando ganarle al descuido


y llegarle más cerca al cadalso,


reafirmando a su alma suicida


que no habría quien cambie


su suerte.




©Rufina