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lunes, enero 30, 2012

Si no fuera porque sabes, sino fuera porque se...



Si no fuera porque sé que el tiempo
es irrecuperable y la distancia insalvable,
esperaría con ansias que los deseos
que antes compartimos pudieran ser...
Porque sabes que el Amor ha sido
desde siempre, a pesar de lo perdido,
de golpes de viento que sobre el mar
transportaban mis besos hasta tu boca.

Pero el espacio no cedía y, asunto de tiempo,
el vacío habría de llenarse...
Colapsaron los castillos que con tanto amor
se construyeron, aún llenos de esperas.
Besos hechos pedazos, remanentes
en su momento, razón de mi vivir...

Por siempre la razón de mi locura. 
Todavía tengo en la piel la marca;
golpes que recibí por los destrozos,
como estigma, reafirmando la cobardía
que usurpó el lugar en mi cuerpo
que siempre, mal que me pese, será tuyo.
El escondrijo de mi corazón.
¡Lo que hay bueno en mí que te pertenece!



Si no fuera porque sabes...
Y si no fuera porque sabes que sé...


©Rufina




Entre tierra y muerte



Derramarse sería lo propio
cuando no aparecen alternativas
y el torrente, resbalando se libera,
aún el rojo no armonice con los ojos
ni estén las venas expuestas.

Cuando la sangre salpica
y pega contra paredes de cal,
se desliza hacia abajo
llegando a los bordes del suelo...
¡A donde la tierra las bebe!

Ante los ojos, miles de ojos
esperan entender el proceso,
pero ganan los miedos y más allá
de la curiosidad se confunden,
se olvidan y se pierden.

Y dejan de ser lo propio
todas las alternativas, el rojo...
Entonces invade el miedo
y se pierde el torrente de sangre
de las venas abiertas a los ojos.

Cada uno se siente en el pecho
como daga urgando, sal en la herida,
y en los ojos, imagen perenne
de sangre que salpica, rueda y llega...
¡A donde la tierra las bebe!

©Rufina




miércoles, enero 25, 2012

Nota Póstuma a Sylvia Amparo


Amiga hermosa, que caminaste niñez, adolescencia y joven madurez a mi lado, te recuerdo siempre con amor hoy que no estás en este mundo de envidia y malos quereres.  Hoy que es mayor el dolor de la ausencia que el de la distancia.

Aún te veo con tus trenzas largas de cabello rebelde y duro, con tus muñecas y tus gatos, con tu voz melodiosa y tu dulce mirada.  Cantando aquella canción de cuna que aprendimos juntas...  Con tu toga blanca, tu ramo de azahares, tu velo de novia y tu gran corazón... ¡Y aquella hermosa inocencia de niñez prolongada!

No olvidaré jamás aquél gran dolor, cuando lo más caro a tu vida partió a destiempo.  Pienso en tu adorada Madre y no puedo contener las lágrimas. ¡Era tan mío todo lo tuyo!  
Entonces no estabas lista para lo que todos esperaban.  Te refugiaste en Dios y yo me refugié en tí, porque dentro de tu imensa tristeza estaba constituída tu fuerza y tu valor.  
Siempre estuvimos cerca una de la otra, aunque la distancia nos apartara.  Nos vimos convertirnos en mujeres, cada una con vida propia en un solo corazón.  

Vieja amiga, la última vez que nos vimos sé que tenías mucho que decirme... No pudimos hablar, pero a pesar de que mis palabras ya no te den consuelo, y mi solidaridad no te alcance... Siempre estoy de tu lado: aquí estoy, ¡escuchándote!


©Irely-Rufina



jueves, enero 19, 2012

Será


El día anuncia la tormenta, 
muerde el frio los huesos, 
la humedad se adhiere a la piel, 
irreverente, el miedo
hace mella en las ruinas. 

Despertando torpes recuerdos
se agolpan las vivencias,
quereres sin ataduras... 
No existen formalidades 
ni timidez estudiada. 

Ahora que quiero odiarte, 
la mordida del frio sigue 
a pesar de que lágrimas 
de vergonzosa impericia 
cubrieron las verguenzas. 

Irreverente cuelga 
un tendedero de recuerdos 
meciéndose burlón 
ante una piel de vivencias, 
donde la humedad se torna rio.

Caudal indómito donde los huesos
reencuentran recuerdos, 
danzando sobre sus exequias, 
abrazados al desconsuelo  
mientras no salga el sol.

No habrá reconciliaciones
y la vena desbordada
que pariera frescuras,
será abierta, generosa,
mal que el amor nos pese.

Será que la lluvia se acerca
cargada de excesos alguna vez
olvidados por impericia,
vergüenzas, sin existir
formalidades.

Será que regresa la lluvia...


©Rufina



Como antes

Como antes, sonríe de mañana al recordarme.
En un pliegue del lino de tu almohada
busca y aspira del perfume que una vez
mi tesoro abismal bien te ofrendara.
Luego adórname los pechos con los besos
que prendiste de mis labios con el miedo
de no poder después recuperarlos. 

Como antes, suéñame releyendo el parnaso
que nació de la urgencia de tus manos 
cuando moldeaban las musas en mi cuello 
listas a abrir camino hasta el refugio
donde el néctar libado se hace mieles
denso, ambarino dulce y nutritivo
que supliría tu afán de saciedad. 

Como antes, cántame las hermosas coplas
que inventadas al aire no permitan a nadie
reclamar pasionales caricias -solo mías-
y cuélgame al extremo de tus alas
para volar al ido, capturado Universo
a extremos de un océano que, rabioso,
no permitió jamás ser persuadido.


©Rufina





sábado, enero 07, 2012

Cuando un espejismo no quiere irse

Este vagar entre cosas que fueron,
o quizás no...
Ha dejado en mi boca el mal amargo
de una palabra sin decir,
un conato de aroma escapado,
una caricia al aire...
El mal amargo de un beso
perdido entre tratos diligentes,
diplomacias estudiadas,
en medio de una complicidad oculta.

O quizás no...
Quizás las ideas se mecen,
el viento frío les pega en el rostro.
Quizás no tengan ni rostro.
Como aquél fogozo amante prohibido,
todas las cosas siguieron de largo...
Decir la palabra sirve de nada,
el aroma y la caricia
ya son irecuperables,
quedó el amargo sabor de un beso.

Insuficiente es la complicidad
cuando las cosas que fueron
quedaron al aire...
vagando en la ensoñación,
en el mal sabor del beso inventado,
el imposible encuentro
con cosas que pudieron ser.
Reflejo de transparencias
inalcansables caricias...
O quizás no.

©Rufina


viernes, enero 06, 2012

Sucesos


Se contaban por miles los gritos
y resultó que de todo lugar,
escondida, distante o de frente,
una fuerza del centro empujaba 
sin tregua privándoles de aire,
obligando a moverse al borde,
-do no había valle o abismo-
a seres que abrazando la vida
requirieran de aliento divino.
Ignorantes de nuevos caminos
y confiando en la locura de otros
nunca vieron su propia demencia
confinando con ella su savia.


Explotaban de dolor los gritos
que drenando su poca energía
obligaban a evitar esfuerzos
para llegar al divino aliento,
única forma de permanecer.
De quedar morirían, de partir
asumían alerta conciencia, 
pero así, medio dormida el alma...
Se contaban por miles los cuerpos
que ignorando el abrazo de vida,
confinando el aliento y los gritos,
fueron punto de crueles destrozos
apañados por injustas reglas.


Ataviados con razgados paños,
lejanos a la demencia de otros
que podrían obtener provecho
de vivir en eterna locura.
Una enfermiza y cruel parsimonia 
tomó espacio de frente y cerca 
la fuerza cedió ante gritos,
el dolor se tornó alegría
que llegaba -por fin- a los huesos, 
 las esperas, al aire, al camino.
Permeando hasta el fondo el recato,
fueron menos los gritos, los muertos...
Donde no hubo valle o abismo.


Y partieron quienes de la guerra,
con más de una batalla perdida,
recogieron pedazos de sueños
que dejaran detrás, escondidos
bajo capas de destrozos crueles,
muriendo al partir con deseos de estar
o quedarse a tomar el aliento
alejados del borde dañino,
ocultos a la demencia de otros
y mirando de frente a la fuerza,
luciendo vestidos, los mejores,
resistiendo invasoras locuras...
¡Requiriendo un abrazo de vida!


©Rufina