Derramarse sería lo propio
cuando no aparecen alternativas
y el torrente, resbalando se libera,
y el torrente, resbalando se libera,
aún el rojo no armonice con los ojos
ni estén las venas expuestas.
Cuando la sangre salpica
y pega contra paredes de cal,
se desliza hacia abajo
llegando a los bordes del suelo...
¡A donde la tierra las bebe!
Ante los ojos, miles de ojos
esperan entender el proceso,
pero ganan los miedos y más allá
de la curiosidad se confunden,
se olvidan y se pierden.
Y dejan de ser lo propio
todas las alternativas, el rojo...
Entonces invade el miedo
y se pierde el torrente de sangre
de las venas abiertas a los ojos.
Cada uno se siente en el pecho
como daga urgando, sal en la herida,
y en los ojos, imagen perenne
de sangre que salpica, rueda y llega...
¡A donde la tierra las bebe!
©Rufina
ni estén las venas expuestas.
Cuando la sangre salpica
y pega contra paredes de cal,
se desliza hacia abajo
llegando a los bordes del suelo...
¡A donde la tierra las bebe!
Ante los ojos, miles de ojos
esperan entender el proceso,
pero ganan los miedos y más allá
de la curiosidad se confunden,
se olvidan y se pierden.
Y dejan de ser lo propio
todas las alternativas, el rojo...
Entonces invade el miedo
y se pierde el torrente de sangre
de las venas abiertas a los ojos.
Cada uno se siente en el pecho
como daga urgando, sal en la herida,
y en los ojos, imagen perenne
de sangre que salpica, rueda y llega...
¡A donde la tierra las bebe!
©Rufina
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