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jueves, abril 29, 2010

Punto de fuga


Desde aquí se percibe ocaso,
brisa que empuja montañas.
Su oscura sonrisa roba luces
deteniendo esperanzas
-casi- llegando al cielo.

Cuando la luz se aleja,
tiemblan las divisiones haciendo más intensa
-en menos de un segundo-
la incomprensible angustia de no tener espacio
para lanzar los sueños...
¡Empujarlos al vuelo!

El derrame de negro esparce los fantasmas
en conceptuales formas donde alas cercenadas
sangran profusamente sobre un sol moribundo,
y la tierra se tiñe
de naranjas... ¡y rosas!

Melodías de llanto saludan a la luna
que vestida de oro celebra despedidas,
sale de su escondite y hace acto de presencia
en el salón de fiesta que refleja los brillos
de un universo oscuro...
que dejará de serlo.

Desde aquí se contemplan inequívocos ciclos
donde se manifiesta la genuina fusión
entre la vida y muerte.
El infinito muestra milenarias verdades
que serán desde siempre.

Cuando la luz se aleja
se despierta la urgencia de reinventar misterios
con el afán inútil de siempre perpetuarles,
y la conciencia duerme bajo la sombra imberbe
de un descuidado sueño
que quedara olvidado.

Desde aquí el Universo
pareciera burlarse al subrayar obsceno
la penosa certeza de nuestra humana escoria
con el enorme alcance
de su infinita fuerza,

y mueve las montañas vertiendo sobre ellas
la sangre de las alas...
¡de quienes le han retado!

©Rufina


miércoles, abril 28, 2010

Inventario






Inventario

Llamó a todos los demonios
guardianes de sus ideas...
-Como si fueran volumen,
masa, peso, altura, ancho... 
¡Profundidad!

Planeando la despedida
quemó los papeles viejos...
-Como si lo que hubo escrito 
fuera a estallar en gemidos 
sobre silencios de lágrima,
hondos dolores... 
¡Esperas!

Le respondían temerosos,
ocultando las miradas...
-Como evitando los juicios 
a pecados sin sentencia, 
a verdades escondidas.
Buscaba entre las razones
un motivo inexistente
que al final... ¡Justificara!

©Rufina


lunes, abril 19, 2010

Descubrimiento


Descubrimiento

Un pardo oscuro, borroso, marcaba las grietas,
definiendo caminos, curvas, líneas, montañas...
para formar un mapa de intersecciones simples,
abundantes y claras...

Miraba embelesado las huellas en sus manos.

Eran como los cortes de filosa navaja
y llenaban sus palmas casi hasta las muñecas...


Las hondas cicatrices de un arduo trabajo
eran pequeños brotes de recrecida piel
que surgía al descuido, apostando a mañana:
más clara y más leve.

Redescubrió castillos que construyó en el aire,
y en el centro de un bosque, cantaba una princesa
tarareaba muy quedo
despertando ángeles y venciendo demonios.
Vió mecerse las velas de un gran barco pirata,
reconoció los ruidos de las hambrientas aves,
y un acantilado donde a golpe de agua
se morían las olas.

Escondidas al fondo, muchas noches secretas
donde el llanto era el velo de la desesperanza,
y la almohada la amiga que tenía más cercana.

Miraba embelesado las huellas en sus manos,
abundantes y leves
casi hasta las muñecas.


©Rufina
6 de julio del 2009,
Elizabeth, NJ



lunes, abril 12, 2010

XXI


XXI

Colgados de un desvencijado sueño,
la libertad se inventa.

No ha crecido flor sobre la tierra
que agoniza esperando al sol;
los ojos fijos en nada que hacer...
la boca abierta esperando rocío,
pies atados a raíces secas
ambicionando vuelo de palomas,
y gritos que intentan alcanzar
un silencio enmascarado
perdido en lo que queda,
que es todo lo que importa.

Cuando el sueño se quiebra
el vacío se expande y la caída es
inminente.

©Rufina

viernes, abril 09, 2010

Gracias por estar



Ayer tuve muchas razones para equivocarme, aunque hoy, después de la inicial confusión de muchos años, ya no tengo motivos para justificarme. He vivido tantas y tan variadas situaciones durante todo este tiempo jugando a estar viva, que en su momento, las interrogantes fueron tantas que fue muy cómodo intentar convencerme (y lo logré) de que no existían, antes de asumir lo que me iban a lastimar las respuestas. Nunca tuve tiempo para mirar hacia arriba.  Nunca tuve tiempo para ser yo. ¡Siempre viví por y para los demás!
Pero "nada hay oculto que no haya de ser manifestado, ni escondido que no haya de salir a la luz"... Y habiéndolo añorado, aún me sorprendió redescubrirme tan de pronto, y encontrar el valor de hacerlo de la mejor manera. Por supuesto, no lo hice sola.  No puedo de ninguna manera jactarme de eso y no quiero, porque mi naturaleza dejaría de ser si cometiera semejante barbaridad. Gracias, amor bueno y limpio... ¡Gracias por estar hasta que sea!

De ti aprendí (en este proceso que pensé iba a ser más doloroso) que siempre hay sol mañana; que a los gatos no se les acaricia a contra pelo; que a todos nos duele cuando nos pellizcan; que el descuido deteriora al espíritu tanto como al cuerpo; que llorar cuando se tienen ganas y sin razones, es la mejor medicina para el sufrimiento; que no se puede dejar de escuchar al corazón cuando nos habla; que los riesgos son necesarios para ganar cualquier batalla; que el miedo es el peor enemigo del crecimiento espiritual; que deprimirse puede evitarse encontrando quien nos apoye;  que quien no nos quiere no nos merece; que quien no se pierde nunca llega a ningún lugar; que hay siempre alguien con mayor necesidad que uno; que el mundo no fue creado en diez minutos ni será destruido en cinco; que lo que más creemos conocer es lo que menos sabemos; que convicción sin acción no basta; que el amor muere por abandono; que nadie se muere por nadie; que esperar a mañana no nos permite disfrutar el hoy; que nuestras posibilidades reales no se limitan a nuestra capacidad física; que cuando se quiere se puede; que se debe querer siempre; que lo único que realmente te pertenece es el conocimiento; que un diploma no te hace mejor ser humano; que lo que crees tuyo ciertamente no morirá contigo; que nadie es indispensable; que los contratos se crearon para ser rotos; que ninguna idea es real sino se desarrolla; que las metas se trazan para alcanzarlas; que si hay una piedra en tu camino y eres incapaz de moverla, siempre puedes saltar sobre ella; que la fe sí mueve montañas; que la ignorancia es pecado; que el respeto de los demás comienza donde termina el tuyo; que el tratar de complacer a los demás es siempre inútil; que si no eres feliz es por tu incapacidad para amarte; que lo que debes a otros no es solo lo que te han dado; que lo exterior no es importante; que los pies, para caminar, siempre se colocan uno frente al otro; que los temores todos son infundados; que la montaña se hace más alta cuanto más cerca estamos de la cima; que no hay justificaciones para el resentimiento; que ninguna experiencia se repite; que una sonrisa siempre es devuelta; que la compasión es lo que cierra la brecha entre las generaciones; que no es importante lo que piensas si no lo tienes en tu corazón; que el empeño determina tu triunfo; que la excelencia no se improvisa; que el luto no debe existir; que no debe detenerte el tiempo ni la distancia; que mañana no existe; que alucinar sobre el futuro destruye; que la humildad no se puede fingir.

¡Que hay que celebrar la vida! ¡Y amarla con todas sus consecuencias!
¡Con todas sus consecuencias!


 ©Rufina


Casi nada

Tú, que tomas las palabras hechas
y las utilizas a conveniencia...
Que has logrado socabar los cimientos
de mi otrora admirada fortaleza;
me lees poemas que no escribes,
escribes palabras que no crees...
que me llenas de ternura con romance,
me endulzas el oído y desinhibes
mi mojigato ser con la promesa
de retener los sueños a mi alcance.


Tú que provocas la caída
de oxidados pedazos de armadura
que ya no tiene fin seguir vistiendo,
desde que has hecho espacio en esta vida
que hacía mucho cuidaba sepulturas
de esperanzas fallidas sin intentos.


Casi nada me has dado... ¡casi nada!


La ilusión del amor que es a destiempo,
el refugio a las penas y el sosiego
de esa entrega que suple las carencias;
el abrazo que entibia lejanías,
la ternura que acaricia con el viento;
tu risa, la razón de mi alegría,
la llenura del alma si te tengo.


Casi nada me has dado... ¡Casi nada!

©Rufina

Lo justo



Lo justo


Innombrable se arrastra bajo piedras-milenios,
testigo de batallas en guerras reinventadas
llenas de amados rostros echados al olvido.
Llamados escogidos atacaron raíces;
la sangre entre hermanos se mezcla, derramada.
No se abrazan palabras y el terror aglomera
las manos desoladas donde seres sin nombre
buscan con desespero otras manos que salven.
Mentiras divididas pegando al viento-muro
donde el maná no llega porque existe grosura...
se esconden reafirmadas por el miedo y el odio,
mientras hambre y miseria ahogan los futuros.
Debajo de las piedras clama el crujir de huesos,
los odios fraternales que en mitad de la muerte
provocan en las guerras partos interminables
sin contar nacimientos. Mientras, se hace imposible
que los niños se duerman sin temor a la noche,
las miradas seguras busquen el horizonte,
la tierra en agonía sea limpia de la sangre
que ha tornado la historia en perennes sollozos.
El Universo es uno para lo repudiable:
Surgen los alaridos de todas las esquinas,
del fondo de los mares, la inmensidad del cielo,
todos los elementos y todas las galaxias.
El dolor se hace uno y se expanden razones
para exigirle al mundo retomar la cordura,
terminar con el vicio de las iniquidades...
¡Y abrirse en un abrazo donde quepamos todos!

©Rufina



Engranaje


Engranaje


Imperceptiva esencia
llenará los rincones donde la luz no alcanza,
en el toque entre piezas que sin prisa se rinden,
cada punto de blanco perderá su pureza
al empuje sutil de una mano que, experta,
derriba resistencias... temblores,
caminando veredas, uniendo sus pedazos.


Irá venciendo retos en las altas montañas
hasta atisbar más lejos...
al abismo albacea de mieles y ambrosía
que en su oscuro misterio ha de tragar las piezas
de un juego que termina cabalgando en las alas
de extenuado pegazo...


Rufina

Me pasa



Me pasa

Me abandonas en medio
de la oscuridad más densa.
Me sacudes y obligas
al sueño más profundo.


Me raptas, me posees
alejándome del mundo...
Me llenas de promesas
con tibieza y placeres,
me odias... ¡y me quieres!


Dominas con tu voz,
me seduces, me elevas,
enloqueces, arrebatas,
agudizas sentidos...
por la senda, perdida,
me llevas de la mano
al borde del abismo
desde donde me lanzas.


Al filo de la muerte
me levantas, me ennobleces
y como haciendo nada...
¡me devuelves la vida!


©Rufina




Oferta

Oferta

Abismos profundos
esperan al hombre
que encuentre mis ojos
y ose amarme...

Él,
su instinto
las noches
esperan mi guía.


En grito de guerra
empuño la lanza,
abro los abismos...
¡el amor habita!


Rufina

Oportuno



Se han abierto los caminos
donde cada piedra tiene
conocido nombre propio,
el viento levanta el polvo
donde se guardan los pasos
de cada hombre intentando
vivir para dejar huella;
un hálito les arrastra
rompiendo toda frontera,
dueños del espacio-tiempo,
venciendo las dimensiones…
superando cada meta.


Por doquiera se aparecen
reafirmando su fluidez
en un ciclo que se muestra
a cada uno en el tiempo
de llegada y de salida,
en la perfecta simbiosis
del morir para dar vida,
en la noche que repite
su marcha de madrugada.
Magnificente proceso
el sin igual engranaje
que hemos dado por perdido.


©Rufina



Mírame+



Mírame

Mírame amor, que tengo todos los colores
del alba en la piel para darte.
Deléitate en el reflejo tibio del sol
que brilla en mi sonrisa quieta
sobre tus intranquilas aguas
y busca la húmeda frescura
de la brisa entre mis pechos.

No me sueñes perfecta, ni hermosa, ni tuya;
sólo acéptame plena, transparente, sencilla
y deshace las escolleras
que protegen mis costas.
¡Embísteme implacable!

Mírame amor, que las gotas de rocío
en mi cabello de viento
esperan que las bebas antes de evaporarse
y los prismas que reflejan
mañana no brillarán igual.
No imagines mis ojos, mis manos, mi cuerpo...
no quiero que duela el desencanto.

Mírame amor, internízame, retenme, víveme...
haz tuyos mis sabores
y liba alimentándote, la ambrosía de mis mieles.
Invade mis espacios, redescubre,
reconquista... ¡inunda!
Edifica tu castillo en la cima más alta
y hurga en el abismo más profundo.

Después de hacer el amor,
bésame los ojos, las sienes
y déjame ser quien llene de dicha tus espacios
viviendo en la profundidad de tus misterios.
Mírame amor, porque cada mañana
soy nueva criatura en tí...
¡enamorada!

©Rufina
2-28-2007





Intimo I

Aquella primera vez
de espaldas a la puerta.

Las sábanas hablaron:
mezcló aromas, sudor...
Cabello, lágrimas,
temblores y rubor;
la marca de mis dientes
en la almohada:
¡caída al vacío!

Gritos, ecos constantes
de abismos profundos;
tus ojos, el pañuelo,
mis uñas en tu espalda
y tatuado en tu cuello
el carmín de mis labios.

La puerta a la espalda.

©Rufina


Indecifrable



Indecifrable

Te escapaste en el humo
y no supe si eras de vapor o de fuego,
esotérico espanto o espejismo sublime.
Tu mirada amorosa se perdió entre mis manos,
apenas distinguía tu sonrisa de beso
y tu gesto apacible se borró de mi pecho.

Moviéndose en el aire quedó tu voz quebrada...
tus brazos extendidos se hicieron transparentes
y mi nombre en suspiros se mantuvo en tus labios.
Te escapaste en el humo.
No pude retener ni siquiera recuerdos
de lo que un día fuera el más hermoso sueño.

©Rufina




Cicuta genética


Cicuta genética 

Espacios ignorados siguen siendo.
Nace un niño cada minuto,
se mueren miles cada hora. 
Los pechos secos habrán de rendirse
ante insatisfecha
demanda.
El instinto obliga a olvidar,
hasta que un golpe de hambre recuerda 
el fétido hedor de huesos.

La lluvia arrastra lo poco sembrado:
maíz, madre, hermano, hijo...
¡Trago amargo este esfuerzo por morir!

Papeles, números y sellos,
cuentas mal hechas de quienes se venden  
sumando por cientos, coleccionando 
las afrentas como medallas
que se han oxidado expuestas 
a los honorables orines 
de algún ácido indigente.
Sobrevivir es lo de menos
donde no hay ave que encuentre ramas
ni una mínima idea impensada.
En medio de furiosas corrientes
que desconocen la mesura
se saborea sin prisas la amargura.

Los buitres esperan pacientes
y el hombre no quiere su hora.


©Rufina

2015




A ese Amor

A ese amor

Cuando intento entender ciertas cosas... ¡me rebelo! Reniego, enfurezco... y esa parte humana tan dañina que todos llevamos dentro sale a flote y duele. ¡Duele profundamente! Posiblemente, el solo hecho de haberte hecho partícipe de mí, me hace sentir algo 'acorralada', porque he sentido el deseo de ocultarte algunas cosas (muchas veces por no herirte), pero termina ganándome el amor... y el amor que he conocido, para bien, es el lleno de verdades y especialmente de luz... con todas sus consecuencias.

No hablo del amor como lo conoce todo el mundo, en el contexto afectivo, emocional o carnal... sino de ese amor que hemos aprendido a sentir y a compartir casi sin darnos cuenta y que surgió de la inmensa necesidad de simplemente ser nosotros mismos, con nosotros mismos, en nosotros mismos, y de la terrible agonía de no tener quién recibiera lo bueno que podemos ofrecer, ni quien nos reciprocara sin engaños y miedos. Muchas veces me refiero a ese amor como único sé y sabe todo el mundo, utilizando vocablos aprendidos con definiciones específicas y maleadas. Más no es así de la única manera que lo siento y no es así la única manera de sentirlo. Es casi inútil de explicar por lo invariable y muy difícil de asumir por lo inmenso.

Hablo de ese amor que de alguna manera ha logrado que poco a poco aceptemos nuestras debilidades haciéndonos más humildes, pero mucho más fuertes; ese que ha ido limpiándonos de las amarguras, el abandono y la absoluta tristeza; ese que ha permitido que contemplemos el mismo horizonte desde diversas perspectivas. Ese amor que ha roto barreras de tiempos y espacios para hacerse presente en la ausencia; que ha dejado sueños en los vuelos del alma; nos enfrenta a nuestros miedos y nos permite expresar las realidades como las percibimos, asumirlas como son; que se muestra abiertamente, que se lee en nuestros rostros, se asoma en nuestra mirada y se escucha en nuestra palabra, en el castañeo de nuestra risa, la pureza de nuestras lágrimas; el que ha creado en nuestras mañanas nuevos colores de luz y en nuestras tardes recién nacidos atardeceres. Ese que espontáneo y honesto nos celebra un logro, muestra una sonrisa, apoya una empresa, acaricia sin penas, consuela en la derrota, llora una decepción. ¡Nos llena de compasión!

A ese amor me refiero y no a otro. El que me gana por entero, vertical, fiel y transparente; fuerte, cruel, tierno, sublime, verdadero... soñador, turbio, suave, engañoso... ¡Humano! ¡Divino! Que es parte de nuestra naturaleza aunque le neguemos y gana por conciencia, por justicia... ¡no por sentidos y deseos! ¡Ese es el amor que nos hace grandes! Nos revela contra lo que no es y nos dirige a lo que necesitamos y merecemos irremediablemente, porque la Naturaleza en Su Sabiduría no tiene espacios para los errores, ni la Justicia de Su Divina Humanidad servicio a lo necio, quereres a destiempo o sueños irracionales... ¡Ni a realidades inventadas!

Ese es el amor al que me refiero; el de entrega sin preguntas, cuidados sin medida, cariño profundo sin razones o esperas, el que empuja a la dádiva alegre y no a la posesión obligada. ¡El que me ha dado muchas otras razones para vivir y me ha hecho tan humana que casi soy divina!

A ese Amor me refiero... ¡a ese!

©Rufina

Adivinanza




Adivinanza

No se haya en la forma,
el tamaño o volumen,
lo frugal, duradero o en el vocablo nímeo,
metafórica imágen que intente describirle.
Toda apariencia cabe
dentro de su dominio,
como cabe una imagen fuera de lo que abarca.
Imposible llamarle sin haberlo escuchado;
tan difícil saber si define algún rostro,
como el adjudicarle determinada hechura.


En su uso señala, posesiona y describe...
etiqueta y limita abarcar los espacios.
Pertenece a cualquiera,
cualquier cosa le tiene...
Descalzo pareciera que el vestido que inventa
está hecho de ajenos, desteñidos retazos,
y sus caminos nuevos
han andado otros pasos.


©Rufina

LA NOCHE


La Noche

Llega el reposo
después del grito
cuando se funden
la oscuridad,
el silencio
profundo de la fronda,
el camino entre grietas...
y la noche.

Robado el nombre al origen,
diversificadas las cosas,
se funden lo ínfimo
y lo sagrado
en el juego
único

que designa
la perpetuidad
de un nombre
sin silencios.

©Rufina
25-2-07


Carpe Diem+



Carpe Diem

No ha de ser una pena, una herida,
un descuido, lo que fije la hora,
el momento preciso, manera y duración
de la entrada al lugar donde todo es la nada
y nuestra humanidad se torna insoportable.

No hará falta la urgencia, deseo de transitar,
apresurar el paso o hacer el menor ruido,
si nada ha de evitar enfrentarnos al reto,
temiendo a la llegada que antes nos jactamos
de poder controlar.

No hará falta tener alas de mariposa
para sentir quemarse llegando cerca al fuego,
ni existirá locura que algo justifique;
alargar junto al tiempo la agonía ganada
es faltar con descaro a las reglas del juego
y aunque no lo aceptemos...
¡es dejarnos ganar!

©Rufina


jueves, abril 08, 2010

Negación+




Negación


Se miran en silencio a los ojos, retándose.
La verdad es que intentan reconocerse
el uno en el reflejo de las pupilas del otro.
Cientos de interrogantes se detienen
agolpándose a mitad de un camino
que no tuvo comienzo.
Hondas, irreconocibles penas
que ni compartidas tenían semejanza;
infranqueables murallas construídas
con desechos de lejanos pasados.
Imposible descifrar la lectura:
la brisa levanta las curtidas hojas
desnudando vivencias que ya son olvido.
“A qué le apostamos”, se pregunta el uno.
“A lo que encontramos”, le contesta el otro
mirando sus manos sin reconocerlas,
demasiado cerca de estallar en llanto.
El uno, callado, bajó la cabeza
y el otro, cobarde,

retomó la huida.

©Rufina



miércoles, abril 07, 2010

Owen & Mzee

Baby hippo and the turtle

OWEN & MZEE …

The True Story of a Remarkable Friendship

From the Book by Isabella Hatkoff, Craig Hatkoff, Dr. Paula Kahumbu and Peter Greste

This is the true story of two great friends: a baby hippopotamus names Owen and a 130-year-old giant tortoise named Mzee. The hippo was not always friends with the tortoise. Owen was found stranded the day after the tsunami that occurred in the eastern Indian Ocean on December 26, 2004. Here’s the story….

Before the baby hippopotamus became known as Owen, he lived with his mother in a group, or pod, with about twenty other hippos. They fed and wallowed in and around the Sabaki River in Kenya, a nation on the east coast of Africa. When he was about one year old, heavy December rains flooded the river. The racing water washed Owen and his family down the river, until the freshwater became salty and the river flowed into the Indian Ocean, near the small coastal town of Malindi.
For days, the people of Malindi tried to chase the hippos back up the river. But the hippos enjoyed eating the grasses along the shore. Since hippos are the most dangerous animals in Africa, (a full-grown adult can weight as much as 8,000 pounds) there was little the people could do.

On the morning of December 26, 2004, the sea suddenly rushed high onto the beaches, and surging waves pounded the shore. Many of the villagers’ boats were damaged, and many fisher-men had to be rescued. Before long, the sea was calm again, but it was a frightening time for everybody. A day passed before anyone thought to check on the hippos. The villagers now saw only one hippopotamus in the sea – a baby without his mother, stranded on a sandy coral reef. Tired and frightened, he was unable to reach the shore on his own.

Soon, hundreds of villagers and visitors were working together to help the young hippo. They knew that he would become sick if he stayed in the salty seawater for long. They used ropes, boats, fishing nets, and even cars to rescue him and bring him to shore safely.

The rescue was not going to be easy. The baby hippo was only about two feet tall, but he weighed 600pounds and was slippery and strong. And the hippo was scared by all the humans. Angrily, he broke through their nets and escaped from their ropes. Hours when by and the people who gathered to watch feared that the hippo could not be saved.

Finally, with a stronger shark net, they were able to catch the hippo. A brave visitor named Owen Sobien tackled him, stopping him long enough to let others secure the net. That is why the hippo is called “Owen”.

At last, the rescuers towed the baby hippo toward land. When they reached the shore, a loud, cheer went up from the thousand people on the beach. Their happy cries could be heard almost a mile away. Wrapped in the net, Owen was lifted into the back of a pickup truck and brought to a shady spot.


People weren’t sure what to do with Owen. They called Haller Park, an animal sanctuary about fifty miles away, near the city of Mombasa. Dr. Paula Kahumba, the manager, immediately offered Owen a place to live there. She explained that he could never be returned to the wild. Since he was still a baby, he wouldn’t know how to take care of himself. And he would never be welcomed into another hippo pod – he would be seen as an intruder and attacked. But they would take good care of him in Haller Park. Dr. Paula and the chief animal caretaker, Stephen Tuei drove to Malindi to bring Owen to his new home.

Meanwhile, others at Haller Park prepared a large enclosure for Owen at the park. They chose a part that had a pond and mud wallow, as well as tall trees and brush – everything a hippo could want. The area was already home to a number of monkeys and a giant Aldabra tortoise called Mzee.
Mzee, whose name means “wise old man” in the Swahili language, was the oldest creature in the park, 130 years of age. He wasn’t very friendly, except to Stephen. Otherwise, Mzee kept to himself.

Mzee’s life was about to change.

When Owen finally arrived with Dr. Paula and Stephen, he was weak and tired. As soon as the ropes that held him were untied, Owen left the truck and went directly to Mzee, who was resting in a corner of the enclosure. Owen crouched behind Mzee, the way baby hippos often hide behind their mothers for protection. At first, Mzee wasn’t happy about this attention. He hissed at Owen and crawled away. But Owen, who could easily keep up with the old tortoise, did not give up. Slowly, as the night went on, Mzee began to accept his new companion.

That night, Owen and Mzee snuggled close together.

Over the next few days, Mzee continued to crawl away, and Owen continued to follow him. But sometimes it was Owen who would walk away from Mzee, and Mzee who would follow. Little by litter, Mzee grew friendlier.

At first, Owen wouldn’t eat any of the leaves left out for him. Stephen and the others worried that he would get weaker. Then they noticed Owen feeding right beside Mzee, as if Mzee were showing him how to eat. Or perhaps it was Nzee’s protective presence that helped Owen feel calm enough to eat. No one will ever know. But it was clear that the bond between Owen and Mzee was helping the baby hippo to recover from being separated from his mother and stranded in the sea.
As the weeks went on, Owen and Mzee spent more and more time together. Soon, they were together ALL the time.

Their bond remains very strong to this day. They swim together, eat together, drink together, and sleep next to each other. They rub noses. Owen leads the way to different parts of the enclosure, then Mzee leads the way. Owen playfully nuzzles Mzee’s neck, and Mzee stretches his neck forward asking for more, just as he does when Stephen tickles him under the chin.

Wildlife experts are still puzzled about how this unlikely friendship came to be. Most have never heard of a mammal, such as Owen, and a reptile, such as Mzee, forming such a strong bond. The reasons are unclear. But science can’t always explain what the heart already knows: Our most important friends are sometimes those we least expected.

News of Owen and Mzee’s friendship quickly spread around the world. People all over have come to love Owen, who endured so much, yet never gave up, and Mzee, who became Owen’s friend when he needed one most. Their photo-graphs have appeared in many newspaper and magazine articles. Television programs and even a film documentary have been made about them.

Visitors come to Haller Park every day to meet the famous friends. (Don't you LOVE the smile of Mzee's face!!!)

Owen suffered a great loss. But with the help of many caring people, and through his own extraordinary resilience, Owen has begun a new, happy life. Most remarkable is the role that Mzee has played. We’ll never know for sure whether Owen sees Mzee as a mother, a father, or a very good friend. But it really doesn’t matter. What matters is that Owen isn’t alone – and neither is Mzee. And that is the true story of Owen and Mzee, two great friends.


Owen and Mzee and the Tsunami of December 2004: The towering waves of the tsunami were caused by a massive earthquake under the ocean floor near Indonesia. More than 175,000 people lost their lives, and entire towns were destroyed. By the time the tsunami traveled 4,000 miles to the shores of Kenya, the waves had lost much of their force and damage there was less severe. But the whole world was shocked and saddened at the news of this disaster. The story of Owen’s rescue and friendship with Mzee filled people every-where with hope. It reminded us all that even though terrible, unexpected things happen, the power of courage, love, and the preciousness of life will prevail.

The caretakers plan to keep Owen and Mzee together as long as they both wish to be together. When Owen seemed ready for the company of other hippos, he was moved to a larger pond where the park’s other hippos live, including a lonely female, named Cleo. Mzee was moved along with him, and they are still close companions.

viernes, abril 02, 2010

Preguntas

A Alfredo Figueroa Villanueva 
Mi compinche y amigo del alma.


¿Cómo aminoro la marcha de esta indetenible urgencia?
¿Cómo si a borbotones se me han aleado conceptos,
y la lucha por dejarles sobre el lugar adecuado
acrecenta el compromiso, el deber, la obligación
que se impone a la renuncia?


¿Dónde he de hallar el espacio para no dejar a medias
lo que ha de ser acabado?
¿Cómo no hablar del amor, del miedo, el abandono,
de la tristeza, el silencio, de la inevitable muerte?
¿Cómo mantenerse inerte ante terribles injusticias?
¿Cómo acallar la conciencia cuando no se hace lo justo?


Penoso no poder hacer más grande que la ambición
lo que se anhela con fuerza al momento en que la luz
invade llenando el alma de inquietudes incesantes.
¿Dónde dejo las ideas cuando a media noche llegan,
y dónde dejo las huellas cuando hay tantos caminos?


¿Dónde, mi Poeta amigo, hemos de al fin encontrar
quien entienda nuestro agobio y nuestro afán por decir?
¿Cómo detener el tiempo cuando las manos entumecen?
¿Cómo aferrarse a la fragilidad que sugiere estar vivo? 


©Rufina
2 de abril. 2010





Esperanza+


Esperanza

Cuando la rabia se vierta y corra por los caminos,
llenará los rincones, inflamando cada nube
para llover mojando lo que aún esté seco.

Confío que empapará conciencias reprimidas
haciéndolas reventar, quitando privilegios...
Llamando a voz en cuello cada cosa por su nombre.

Entonces nacerá el hombre que era llamado.
El esperado, necesario... el ser genuino.
Entonces esos gritos no serán ignorados,
cesará el llanto y los niños serán primero.

Porque la rabia quema y el fuego purifica,
el llanto es insuficiente para apagar su fuerza,
y de nada servirá intentar esconderse...

Estará el esperado, genuino y necesario...
¡Si no es que embrutecemos matándole de nuevo!

©Rufina