Aquella primera vez
de espaldas a la puerta.
Las sábanas hablaron:
mezcló aromas, sudor...
Cabello, lágrimas,
temblores y rubor;
la marca de mis dientes
en la almohada:
¡caída al vacío!
Gritos, ecos constantes
de abismos profundos;
tus ojos, el pañuelo,
mis uñas en tu espalda
y tatuado en tu cuello
el carmín de mis labios.
La puerta a la espalda.
©Rufina
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