Querida Rufina,
Estoy aquí como siempre gozando tu
presencia y tus poemas en los que muestras el Cielo en tus manos y fuego en
el alma. Yo siempre te imagino dulce, enormemente sensible, ocultando
lágrimas y abrazandote a la vida. La mía me dio la dicha de tenerte como
amigahermana. Te abrazo querida
Ernesto Kahan
Inesperado encuentro,
angustia inconsciente,
urgencia, grito, llanto...
Cielo en las manos, fuego en el alma.
Lejanía insalvable renegando los tiempos
construídos por sueños en ideadas proesas,
inventando los cantos, buscando un horizonte
sin medir las distancias.
Cuando eran los besos las ráfagas violentas
de una caricia dulce,
el dolor se hacía menos
mientras más cerca el alba.
El llanto fue amable como se hacían pequeños
los más bellos poemas;
la ausencia y el espanto, se daban mil abrazos
fundiéndose en olvidos negando consecuencias.
De aquél cielo cercano
y mordiendo las nubes,
alguna vez tocamos
enormes las pasiones.
Habituando las tardes repetimos fracasos
-que habían dolido tanto-.
Se nos quedó en los sueños el necesario abrazo
y el sabor agridulce de imborrables ausencias.
©Rufina -noviembre, 2008
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martes, mayo 14, 2019
Cielo e infierno
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