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lunes, febrero 07, 2011

Y tanto


No podemos negar nuestra Naturaleza, aunque querramos de alguna manera cambiarla.
La concepción de nuestras responsabilidades en los roles que nos hemos distribuido es tan diferente como nuestra visión de lo que debe ser, y buscando una reconciliación... sólo hemos tornado las cosas más difíciles. 
Nos hemos complicado inútilmente. 
Nos hemos alejado cada vez más, en el afán de acercarnos a buscar razones, entender verdades y a dar perdón. Nos hemos abandonado por egoísmo. Tenemos la culpa aunque nos neguemos, por querer ser fuertes sin saber primero que no es más débil quien tiene humildad... y se ha recrecido desmedidamente nuestro narcisismo. 
Hablando de géneros, el poder se mide a base de fuerza y de posesión, como si la diferencia fuera solo un sexo.
El machismo se ha impuesto por milenios, y aunque lo duro, alto, fuerte y erecto nunca permanece, y cuando cae el golpe es más fuerte, la pedante fama de su hegemonía aún prevalece, aunque no halla forma de parar a un muerto. A lo alto, fuerte, parado y erecto, el caer  lastima su ego de muerte. Pero hay contraparte: aquello que cual ciclo, se mueve redondo, creativo, constante, y valioso estuche destinado a guardar y retener el sagrado privilegio de crear vida.
No podemos negar nuestra Naturaleza, aún nos empeñemos en minimizarla haciéndola competitiva. Porque es ley de vida, así como el ciclo, que lo alto caiga y que lo redondo... pues...
¡Continúe rodando!

©Rufina 

Devastación



Es todo oscuridad.
Nada nuevo ha surgido de la espera de luces.

Devastó la tormenta.
Quedó el agua cubierta de muertos
y los vivos queriendo morirse.

Los que pueden se cubren los ojos
y los ciegos...
¡Han visto demasiado!

El agua nos ablanda como arcilla,
nos perdemos en las coladeras
mezclándonos en las cloacas 
con desechos
y mierda.

En esta oscuridad
no logramos encontrarnos.
 No sabemos si las luces llegarán a tiempo.
Seguimos esperando aferrados a la idea
de que sea la última vez
que se cubra el agua de muertos
y perdamos la vista.

 ©Rufina



Quieto



Totalmente abandonado, ignorado y perdido...
En un rincón se arrumba, sin dirección, sin ego.
¡Colmado de recuerdos el gran vacío de olvidos!
Pisoteado, sollozando, dolorido, herido,
sobre el pecho desnudo, lastimado en las batallas
que nunca fueron suyas, atesorando lo amado
y callado, en espera del necesario sosiego.
Reticente ante el miedo de lastimar a terceros,
tolera peroratas de lipotímeros ciegos
y resignado, solo, en medio de un profundo foso,
fortaleza inamovible disfraza su figura,
sustentando mil mentiras para seguir muriendo
en ese gag permanente que justifica el miedo
de darle frente a la vida y asumir la cordura.
Quieto como otro mueble escogido al antojo de otro,
convertido en el perfecto funcional complemento
al lugar que algún día fue fiel morada de sueños,
por inercia se ha tornado en patética tumba
de todos los futuros, de las vividas historias,
de honestos sentimientos, espontáneos sonrojos,
de aquella fortaleza que ante el descuido se arrumba.
Quieto, abandonado, solo, ignorado y perdido...
En un rincón dejado, sin dirección ni estima.
¡Colmado de recuerdos el gran vacío de olvidos!

 
 ⓒRufina