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viernes, agosto 21, 2020

Recuerdo VI

Recuerdo VI


El distante recuerdo de verdes

cada vez más lejano al alcance

más nublado en los ojos...

Se mantiene estandarte

en su eterna misión de imponerse

ha tornado suelos en cielo raso.

El olor sigue siendo memoria

inconfundible con su dulzor melao

hojuelas de carbón al aire

tostado de sol en carreteras

pedazo'e caña...

¡Sudor de negro y machete!

Sobre lomos de bueyes buscando

cadena de vida en milagrosa escena

verdes quemados reverdeciendo

majestuosa calma que de pronto

abre las alas y abraza el cielo.



©Rufina


Manerasººº

Maneras

Desde siempre quisimos asumir

tareas de otros y medias verdades

medir caminos sin dar los pasos

tener lo visto como mirado.

A distancia no llegan noticias

bajo la cubierta del ser juicio

la razón de la conciencia vuela

buscando huecos donde colarse

porque es menester ser reinventado

con compasión y piel abierta

receptivos al dolor y entender...

Para cuando al fin veamos el fuego

del infierno que hemos negado

la ira de los inocentes será

el único recurso que ofrezca

inmortalizarnos si es que al fin

logramos mirarnos al espejo.



©Rufina




Sucesos 1

Sucesos 1

Se contaban por miles los gritos
y resultó que de todo lugar,
escondida, distante o de frente,
una fuerza del centro empujaba
sin tregua privándoles de aire,
obligando a moverse al borde,
-do no había valle o abismo-
a seres que abrazando la vida
requirieran de aliento divino.
Ignorantes de nuevos caminos
y confiando en la locura de otros
nunca vieron su propia demencia
confinando con ella su savia.

Explotaban de dolor los gritos
que drenando su poca energía
obligaban a evitar esfuerzos
para llegar al divino aliento,
única forma de permanecer.
De quedar morirían, de partir
asumían alerta conciencia,
pero así, medio dormida el alma...
Se contaban por miles los cuerpos
que ignorando el abrazo de vida,
confinando el aliento y los gritos,
fueron punto de crueles destrozos
apañados por injustas reglas.

Ataviados con rasgados paños,
lejanos a la demencia de otros
que podrían obtener provecho
de vivir en eterna locura.
Una enfermiza y cruel parsimonia
tomó espacio de frente y cerca
la fuerza cedió ante gritos,
el dolor se tornó alegría
que llegaba -por fin- a los huesos,
las esperas, al aire, al camino.
Permeando hasta el fondo el recato,
fueron menos los gritos, los muertos...
Donde no hubo valle o abismo.

Y partieron quienes de la guerra,
con más de una batalla perdida,
recogieron pedazos de sueños
que dejaran detrás, escondidos
bajo capas de destrozos crueles,
muriendo al partir con deseos de estar
o quedarse a tomar el aliento
alejados del borde dañino,
ocultos a la demencia de otros
y mirando de frente a la fuerza,
luciendo vestidos, los mejores,
resistiendo invasoras locuras...
¡Requiriendo un abrazo de vida!

©Rufina

Gotas II

Gotas II

No logran caer al suelo
suspendidas en el trayecto
se evaporan.
Alguna, temeraria
sobre una hoja se hace miles
y su frescura desaparece
en su propio peso.
Apenas bajan,
se descomponen perdiendo forma
se devuelven hacia el espacio
recién dejado.
Yendo a la inversa
quizás encuentren
la fortaleza que necesitan
y se haga posible el reintegrarse
a su Universo.
Rufina

Falso Culto

Falso culto

A esta humana escoria 

comprendida del todo

por imberbe amasijo 

inventando las formas

le hemos sofisticado 

disfrazándola grande

como si sobre ruinas 

devoradas por tierra

pudiéramos lograr 

alterar el destino.



Hacemos mucho ruido 

y no es ni necesario.

Movemos las montañas 

si obstruyen los caminos

insistiendo en la fuerza 

que no nos da derechos

y reclamando espacios 

que ocupamos torcidos.

Hasta que llega cerca

somos presa del miedo. 


Nos resuella al oído 

la voz de la inconsciencia

y en los ojos de un niño 

atisbamos destino.

Por desgracia o por suerte

somos las marionetas

que ha construido el ego.



Creemos que los sueños

dirigen nuestros pasos

y que el aire que pasa

nunca es tiempo perdido

que el momento es perpetuo

si queda en el recuerdo.

A esta humana escoria

hemos dado la fuerza 

que deforma y destruye

todo lo malo o bueno.



Si la tierra tragase 

como se traga al cuerpo

de todos el espectro

el veneno del odio

destruiría sus entrañas

y expondría al infinito

-que no nos merecemos-

el lastre que hemos sido

y la mierda que somos.



©Rufina