Así, despeinado
Aún sin abrir los ojos
parece que sonríe.
Se estira rumiando como un niño.
Así, despeinado, se acurruca jugando,
el marrón de sus ojos se hace denso:
hay promesa en la advertencia.
¡Si vieran que hermoso!
Llama con susurros y exige
su momento especial, la caricia.
La busca a menudo y...
así, despeinado,
me rinde a sus juegos salvajes.
No gusta de soledades,
se goza de ser querido
y disfruta a los niños.
Así, despeinado...
Orgulloso muestra su pelaje,
casta real en su cruce.
© Rufina