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jueves, noviembre 10, 2011

Mírame

Mírame amor, que tengo todos los colores
del alba en la piel para darte.
Deléitate en el reflejo tibio del sol
que brilla en mi sonrisa
sobre tus intranquilas aguas
y busca la húmeda frescura
de la brisa entre mis pechos.

No me sueñes perfecta, ni hermosa, ni tuya;
sólo acéptame plena, transparente, sencilla
y deshace las escolleras
que protegen mis costas.
¡Embísteme implacable!

Mírame amor, que las gotas de rocío
en mi cabello de viento
esperan que las bebas antes de evaporarse
y los prismas que reflejan
mañana no brillarán igual.
No imagines mis ojos, mis manos, mi cuerpo...
no quiero que duela el desencanto.

Mírame amor, internízame,
retenme, víveme...
haz tuyos mis sabores
liba el alimento-ambrosía de mis mieles.
Invade mis espacios, redescubre,
reconquista... ¡Inunda!
Edifica tu castillo en la cima más alta
y hurga en el abismo más profundo.

Después de hacer el amor,
bésame los ojos, las sienes
y déjame ser la dicha en tus espacios
viviendo la profundidad de tus misterios.
Mírame amor, porque cada mañana
soy nueva criatura en tí...
¡Enamorada!

 ©Rufina

Juegos 2


Juegos 2

Te has colado,
sueño bajo la ropa.

Caricias,
aleteo nervioso de mariposas,
tu fuego
me diluye.

Calor de brisa
quema lentamente.

Tú, sueño...
me llenas,
deshaces,
vacías,
reconstruyes.

Te has colado,
brisa de amor que enamoras,
colmas,
desbordas.

Bajo la ropa caricias
de fuego,
desbordado sueño,
conmigo 
te haces agua,
sin tí...
¡Me evaporo!

©Rufina


Lo dudo

Lo dudo

No tengo espacio para la muerte.

Entre las horas, me desespero
al filo ciego donde la curva
de las demoras mueve los sueños
y se levantan las tempestades
que ha milenios consumen esas
mil esperanzas llenas de miedo.

No quiero imágenes delatoras.

Cuando me entere estaré más lejos
y la conciencia ya inexistente
dará la espalda a las realidades
salvajes muestras de lo imposible.

No tengo espacio para la muerte

no hay visiones rudimentarias
de lo esperado ni lo perdido
desde ventanas siempre cerradas
como futuros desvencijados
por un martirio desconocido.

Orear los sueños sirve de poco

en los reflejos contra cristales
queda la mancha de los pecados
el techo frágil se da por roto
las flores lloran sangre podrida
las pestilencias arden las torres
de los castillos que dando vueltas
pierden la curva de las esperas
y la distancia se hace más larga
cuanto más corto se torna el tiempo.

No tengo imágenes de la muerte

que verifiquen esa existencia
tampoco habrá luego de ella
certeza alguna de haber vivido.
No quiero encuentros inesperados
no hago preguntas por el camino...
No estoy segura si ya he llegado.

©Rufina





No hay regresos



Aquellas parpadeantes luces
besaban el horizonte
cada vez más lejos, suaves...
Una amarga despedida
sobre un ocaso de ruegos,
lágrimas de grises nubes,
naranjas en centro ardiente
como queriendo fundirse
con estrellas escondidas,
como aferrarse a la vida
cuando se espera la muerte.

Buscando lejos, allí...
un rostro que no se tiene,
los ojos abiertos, ciegos,
la nueva marca del tiempo,
las tristezas señaladas
en comisuras de labios
que quedaron sumergidas
en platónicas esperas
y no llegaron al beso.

Perdidas contra el ocaso,
húmedas por la llovizna
de lágrimas que se secan
tintineando agonizantes
y besando al horizonte
como el tiempo...
no regresan.

©Rufina

Notas rosadas


Surge la urgencia.
Dedos que hurgan cuerdas sensibles
entre las capas tibias
mojadas
suaves encantos.
Guitarra tierna que se estremece
al tibio toque que la estimula
con la paciencia de los que saben.
¡Gimen las cuerdas!
¡Late madera!

Dulces acordes
que funden manos
sangre
sudores
hasta mezclarlos en las tibiezas
que abren camino a la locura.
Notas rosadas
ejecutadas con maestría,
logran el cenit
en los albores de madrugada
cuando las capas
tibias,
sensibles,
de hojas mojadas suplen urgencias
y en los sudores de la armonía...
¡Late madera!

©Rufina


Danza y latidos


Danza y latidos

Comienzo calmado...
tanteando, calentando ambiente,
las manos se mueven constantes, graciosas,
de músculo y sangre se disfruta ritmo,
se anticipa clave.

Luego, el contoneo de un cuerpo
que presto responde y se entrega,
se mueve y se tuerce al compás de cuerdas...
sintiendo en las venas cada movimiento
en certero golpe de paso seguro
late fuertemente en las limpias sienes.

Erguida la frente se tensan las piernas,
se contraen, se aflojan
y siguen el ritmo que es como de fuego.
Por breves segundos casi se detienen,
entonces... armonía hermosa
retoma con fuerza.

Pasión-plenitud que ardores externa.
El rítmico golpe se siente profundo,
conviértese en brazas de fuego que, intenso,
provoca sudores que agotan y llevan
al final glorioso... ¡faena perfecta!

En el pecho, un eco: desbocado potro.
La danza termina en temblores de gloria,
con músculo y sangre,
fatiga en el pecho y lo demás...
relajadas piernas.
©Rufina

Mi Descanso

Mi Descanso

Respiro en mis espacios necesario,
si el peso de la vida se convierte 
en la carga que agobia con pesares 
la paz que lucha sobrevivir la locura.

Tranquilidad de tardes en espera
a que suceda nada, viendo al cielo
que se goza mostrándose sereno,
recordándonos sagaz y vanidoso
que no podremos llegar hasta su altura.

Sopor que invita al sueño, al descanso,
provee de cansancio y pesadez.
Donde terminan siempre la batallas
en la total rendición de los ociosos.

Rufina

Inaudible


Amaneció y estabas
repitiendo sueños,
doliéndote inevitable,
llorando muertos de nadie.
Mientras de frente,
en ruidosa caravana
desfilan alegres,
celebrando que mueres,
bailando lo que no quieres
y cantando...
¡cantando!
A su mísera canción
te llaman, te convidan,
te tientan, te invitan...
callado, les complaces
reviviendo los años,
asumiendo el amor
como engaño,
llorando muertos de nadie.
Amaneció y allí sigues...
escuchando de otros
los cantos.

©Rufina
 

Y se sabe...


Que aquella lluvia se secaba
sobre el metal expuesto a resolana.
Agudos chirridos de madera
buscando acomodo, espacio,
se escuchaban cual agónico llanto
y la inhumana inercia le absorbía
al centro del concierto,
ignorando la llegada de mañana.

El sol no escapaba aún del todo
y sus marchitos rayos reflejados
sobre el espejo gris-agua,
parían mil duendes que, danzando,
celebran la fiesta de la huída.
Los ojos de las flores se cerraban
presintiendo en el cansancio sobresaltos,
resignadas al injusto desafuero
que convertido en ley se impuso
en inútil dormir viviendo menos.

Surgieron nuevos seres y, despacio,
la madera abandonó su llanto triste,
el espacio extendió bajo las nubes
y el cielo se llenó de sus luceros.
Los rayos se llevaron a los duendes,
el metal fue manchado por las gotas,
nueva música surgió de madrugada
y se sabe que... ¡se abrieron los ojos de las flores!
 
©Rufina

No dice nada

Entonces el amor no dice nada
de un compasivo ser que niega todo
ante la fuerza inmortal que le avasalla,
le posee, le domina y le da vida...
Y será igualmente insuficiente
dar gritos de agonía ante la luna
que contempla indiferente la marea
para no hacerse cargo de su suerte.
Es dolor mantenerse a flote en lodo
-una espera que nunca se termina-
y empezar desarmado una batalla
es tomar como un juego la pelea.
Entonces el amor no dice nada,
ni la promesa viva es aliciente...
sería cómodo dejar de lado todo,
si es que el tedio tornáramos fortuna,
renunciando al valor de ser valientes.

©Rufina
 
 

Punto de fuga 2






Se deshoja la noche
sobre un regazo de pechos desnudos.
¡Le viste de luciérnagas!

©Rufina


Tengo todo el tiempo


Hoy, tengo todo el tiempo.
Puedo hacer lo que quiera: irme a dormir temprano,
intentar leer un libro, (o tal vez terminarlo)...
organizar mi estudio o escribir un poema.
Puedo arreglar la casa, adornar una mesa,
planchar unos manteles y perfumar la cama.
Pero en lugar de eso, me detengo con calma
ante el ajado espejo que fuera mi amigo un día
y descubro una piel con poros dilatados
que yo no conocía, un escaso cabello,
verrugas incontables alrededor del cuello.
Las canas son muy pocas:
las tengo casi todas perdidas en las cejas...
Pero esos son mis ojos,
¡tan claros y sonrientes como lo fueron siempre!
Mis labios aún carnosos,
extrañan esos besos que alguna vez tuvieron
y sonríen recordando alguna travesura,
mostrándome unos dientes que orgullosa conservo.

Mi cuerpo ha cambiado al paso de los años,
dejando que el descuido le gane la partida.
Mis pechos han caído y el sobrepeso infame
ha construido llantas sobre la línea brava
que un día fue mi cintura.
La curva en las caderas, hasta hace poco suave,
no ha perdido la gracia del sensual movimiento,
pero sí alguna forma... ¡y eso sí que es muy grave!
Me río de mí misma al recordar mi empeño
de mantener mi vientre más plano de una loza,
porque me miro ahora y veo que fue inútil
tanto dolor y esfuerzo...
Pero parir exige de algunos sacrificios
y el amor pudo más que mi perfecto sueño.

Hoy, tengo todo el tiempo
para hacer muchas cosas,
pero me he decidido por sentirme contenta,
y hasta complacida con la forma en que luzco.
Ya no soy la belleza que era hace unos años,
además de las canas, este escaso cabello,
los lunares crecidos que circundan el cuello
y las libras atroces que hoy soporto de más...
Tengo una vida hermosa, vivida en mil maneras
con la sabiduría de malogradas batallas,
nunca una guerra perdida...
Con éstos, mis ojos, tan claros como honestos
y la misma sonrisa de los labios carnosos
que esperan por el beso.

Hoy no me falta nada.
Hoy tengo…
¡todo el tiempo!

©Rufina

Confesión


Si tu dolor no me hiriera,
perdería los caminos
que una vez se marcaran
entre infundados temores.
Buscando en viejos folios
dónde se indenta la tierra,
iniciaría la partida.

Si mi amor no te alcanzara,
negaría las razones
para merecer la vida,
y convocados los odios,
justo en medio de la guerra
-consagrados los rencores-
¡Moriría la poesía!

Si tu dolor no me hiriera.
Si mi amor no te alcanzara...

©Rufina


Infortunio

Infortunio

Renegados suspiros se levantan
sobre un arco construido de sudores
tan ácidos que queman la esperanza.
¡Ah, Borinquen! Se mueren tus historias
y ante la insensatez de la arrogancia,
tus vástagos se adhieren al engaño
que sugiere ganados los loores
de una gloria sin fin que nunca avanza,
un paquete de folios olvidados
donde no se escribió cientos de años
y el dolor del olvido reafirmado.

Ni esos años alivian el tormento:
desde noches de grillos y coquíes,
hasta anuales cigarras congeladas
debajo de raíces sin la gracia
de ofrecer una flor al desconsuelo.
Desde calor de sal y frescas palmas,
hasta el anochecer de cruento invierno…
donde amarga el olor a dulce fresco,
y las flores no exhalan sus fragancias,
hasta el amanecer de mis desvelos.

Mas allá de la muerte de millones,
más que a fuerza vivir un parto eterno…
Desde donde se encuentran las verdades
hasta donde se funden las razones;
desde donde han de morir los grillos,
hasta donde se acallan las cigarras…
Cada vez es más duro y más profundo;
más que el sumario juicio a los cobardes,
desde el enfermo afán de perpetuarse,
hasta el nuevo brillar de tu horizonte.

4 de febrero 2009
Añasco, Puerto Rico




No quiero





Hoy no quiero
escuchar las quejas
que ya nadie atiende.
No estaré,
cuando llegue a mi puerta
anunciando su duelo
la negra mariposa
que se libera pronta
a acompañar desgracias.
Ni siquiera los cirios
con su luz mortesina,
ni una flor, ni una pena,
una lágrima, un grito...
harán brotar del cielo
el necesario alivio.
No existen oraciones
que no hayan sido dichas,
ni ha quedado mortaja
sin haber sido usada.
Hoy no quiero
el falso compromiso
de una comitiva
que ante toda tragedia
no ha sido solidaria
compartiendo lo poco
que para otro es mucho,
curando el dolor del hambre,
cubriendo cuerpos desnudos,
entregando refugio
a quienes no eligieron
ser las víctimas tristes
del terror y la insidia
que acarrea desconsuelo.
No quiero
ser parte del engaño
que empuja a la contienda,
añadirme a la queja,
tener siempre respuestas
para lo que no escucho...


©Rufina

Sorpresa

Sorpresa

Marzo llegó de pronto,
con un golpe de hielo
en el rostro desnudo,
el ardor en los ojos
vaticinando iras,
y los labios resecos
clamando por un beso.
No hubo tiempo al escape
cuando entre malas yerbas
agonizaron solos
incipientes capullos.

Marzo llegó de pronto
buscando un acomodo
y sin ser bienvenido,
a intentar -nuevamente-
encontrar entre muertos
una raíz que en tierra
haya sobrevivido
la rabia de los siglos,
dispuesta a los reencuentros,
a un nuevo horizonte...
¡Recobrar lo perdido!

©Rufina


El cuento de nunca acabar




De regreso al encuentro de nuestro norte, como cuando las afiebradas tardes daban razones a la esperanza, y flotaban los sueños entibiando los días sobre cimientos de aire que abatidos y débiles enfrentaban los miedos.Nunca estuvieron lejos, sino de la ceguera que amenazó desaparecer y devolvernos a la desprotección. Como estuvimos antes... Como estuvimos siempre... 
Como estamos ahora.


La lírica de las sirenas no ha cambiado en milenios, pero aparece nueva a quienes se consumen soñando con perderse dentro de remolinos que dejan atrás sus colas. No existe persuación ante la perspectiva de asumir lo perdido y, con el tiempo, se abren los sentidos y la virtual vivencia de las cosas sin rostro, hace que lo imposible nos mire de frente buscando afirmar pasos, respirar profundo... ¡aferrarse a la vida!


Justo antes de la meta, hay quien renuncia a todo por sentir el tormento de haber estado ahogado por demasiado tiempo... y hay quien llegando al cielo, abandone su nube y se lanze al vacío creyendo tener alas. La realidad se impone, porque estamos muy lejos de abrazar lo perfecto, tener las soluciones para todo conflicto, cumplir responsables con nuestros compromisos, encontrar la vereda que un día nos redirija a ese norte perdido por negar la simpleza del honor de estar vivos.




©Rufina



Allí estás



Allí estás.
Imponente, posas contra el claroscuro,
variables contornos, sensual, llamativo.
Proyectas tu fuerza de eterna victoria
contra la embestida de los elementos.
Música-Universo que produce el viento
sobre una cabeza llena de memorias.
Refugio, albacea, cuna de mil sueños.
Confidente fiel de ajenos secretos,
descanso, consuelo, partero, alimento.

Guarda vitalicio de ocultos romances
y sangrientas guerras, ríes con los logros,
cuentas las historias, lloras los fracasos...
El cántico añal de tus protegidos
mueve de tu fibra hasta los cimientos.
Allí estás.
Firme ante el ataque de los inconscientes,
cada cicatriz tiene alguna historia,
cada nueva capa desde dentro empuja
las viejas cubiertas llenas de misterios.
Tácito y silente tu estancia reafirmas
ante el desafío de violenta muerte.
Tan quieto y confiado, que tus habitantes
ni siquiera tienen un leve presagio.

Allí estás.
Contra el claroscuro.
¡Inmóvil!  ¡Victorioso!


©Rufina