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sábado, mayo 26, 2012

Cosas

Apabullan las pretensiones de las pequeñas cosas.
Cuando no hay manera de que aporten al crecimiento
cuando de repente se desnudan esos espejismos
que pintaban transitoria realidad hecha,
poses defensivas entre quienes no fueron
aquellas, las indiscutibles responsabilidades.


La ausencia de opciones obliga a encontrar
justificaciones a irreales, perdidas metas
donde no existen caminos a ningún lado,
fortuitos encuentros... esperanza, además.
Cuando dejan de celebrarse las coincidencias 
se hace materia toda decepsión.

Se vislumbra agonía frente al fracaso,
cristalizan ojos, pupilas dilatadas...
Los enrojecidos párpados evidencian
que es posible llorar en ausencia de llanto.
Las pequeñas cosas retoman su importancia,
su fuerza abrazadora destruye falacias.

Cambios necesarios han quebrado conciencias,
marcan los corazones, avergüenzan almas
que abrazaron los caminos inexistentes,
celebraron muertes de poses transitorias;
desnudos defendieron sus irealidades.

Seguirán apilándose todas las cosas 
y el desorden justificará los errores,
hasta que alguna vez esa desesperanza
empuje doliendo, y ya no haya manera 
de recuperar la realidad del fracaso.


©Rufina



Descolgaste *

Descolgaste


Descolgaste desgarrado el viento de iras.
Aquél que maldito levantó las cenizas 

de los miedos inventando pretextos para 
detener los tiempos que el principio destruía.
¡Y existir fue necesario entre tus brazos!
Se detuvo la caída colada de luz 
liberada aquél instante tornado en decir.
Esos miedos levantados fueron inventos 
malditos por cenizas descargadas,
 necesidad detenida en pretextos y viento.
Desgarraste la ira y destruiste necesidad,
como si levantar el tiempo descarado
fuera del principio importante existencia.
Como si aquél maldito instante, fuera la luz
y detenida ira, miedo... pura ceniza.
Existir fue necesario entre tus brazos
para sostener la caída de los miedos
apoyando instantes decir sin importancia...
Pero la luz colada tocó los pretextos 

y fueron las iras necesario principio.

©Rufina

martes, mayo 08, 2012

Debo decir

Debo decir

Debo decir que, conmigo me siento muy a gusto.
Lo vivido, me da una sensación de plenitud
maravillosa y me llena la vida de emociones.
No me detengo en esto, por supuesto.

Sería un craso error el conformarme con lo poco
o lo mucho ya vivido, siendo que hay mañanas
que me esperan para hacer realidad 

los sueños nuevos.

Me siento muy a gusto con lo hecho,
más, aún queda un mundo por hacer...

Con esta plenitud no es suficiente para llenar
el tiempo que me queda y debo decir...
¡que aún me queda bastante por vivir!

Conmigo me siento muy a gusto, pues he logrado hacer
lo que he querido y de malas decisiones sólo quedan
las piedras que me estorbaron el camino,
que habré de remover en su momento y si no,
las saltaré gustosamente en mi escoba.

Con la fuerza que llena mis adentros, metas claras,
el esfuerzo por no hacer juicios (ninguno)
y la urgencia del andar sin detenerme,
no habrá forma de quedarme jamás sola, pues,
debo decir que...
¡Conmigo me siento muy a gusto!

Irely Martínez Montes©





Amo tus zetas perdidas



Amo tus "Z'etas" perdidas


Amo tus 'Z'etas perdidas,
tus gorrion'Z'illos dormidos
en los naranjos de a'Z'eras
que bordean tus adoquines.
Amo tu 'J'ota arrastrada
y tus guitarras patriotas,
tus navegantes perdidos
encontrando nuevos mundos.
Los 'Z'ielos que poseíste;
amo tu afán de conquista
de horiZontes limitados
que expandes en madrugadas
con el alpiste robado
a los gorrion'Z'illos tristes.

Amo tus 'Z'etas perdidas
en la sangre de los míos,
misma que ha enrique'Z'ido

cruZando todo horiZonte;
más espeZa y más potente,
por ser parte de la tuya.

Rufina - 16 de agosto de 1999.



Irely Martínez Montes "Rufina"




martes, mayo 01, 2012

Lento, lento, lento

Lento, lento... lento


Inundando entornos las delicias
de nuestras intimidades
nos llevan... lento...
A los besos que queman la piel
 a obsenas caricias que redescubren
lugares recónditos, profundos
donde la lava del volcán
hace que madure la fruta
que se ofrece abierta, descarada
a tu boca que bebe, lengua que liba,
lento, lento...
el néctar de dioses que quema
y se esparce con grosura.
Y lento, lento...
entran en mí tus latidos,
jadeos de viaje al infinito
marejadas de tu mar que llena,
invade, inunda...
con fuerza, posesivo, exigente,
y se agranda la urgencia,
y después...
los latidos se hacen
cada vez más
lentos, lentos... lentos.





Rufina