La última nevada se ha tornado sol deslumbrante
que no pide permiso para invadir mi almohada.
Hiere los ojos que aún no abro,
toca mi rostro como caricia tibia,
tan intensa que no se si lastima.
Afuera los ruidos hablan de llovizna evaporada,
de pasos ligeros y sorpresivo espanto.
Cada cosa cuenta una historia diferente
y cada niño, mujer u hombre,
tiene una manera diferente de contarla.
La frágil capa de hielo acaba por desaparecer
y las flores agradecen la luz que la derrite.
Yo no le di tiempo.
Mi rostro es igual.
Gente viene...
Va.
©Rufina
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