Esa esquina donde convergen libros de poco uso
cobija un enorme Universo de viejas misivas
que consiguieron el espacio para evadir juicios
impuestos por el miedo que asigna el ser, simplemente.
Con el tiempo se hizo menos accesible ese lugar
donde la lucha contra nosotros mismos nos hacía
menos sórdidos y mezquinos, menos desgraciados.
Entonces fue una obligación seguir escondidos
reafirmando el pánico por los siglos infundido
mientras, los gritos se desbordaban y reventaba
el sortilegio haciendo visible aquellos sueños
que colgaban al filo de esa inmensidad, oreados
listos para retomarlos, asumirlos... ¡Lograrlos!
©Rufina
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