Octubre
Llegó mañana.
Llegó mañana.
Enajenada,
la
conciencia busca entre bostezos
una
fórmula que obligue al alma
a replegarse;
un
espacio para
hundirse
en el olvido;
el más
ardiente naranja del otoño...
¡Que
acaricie dolores y sollozos!
Tiemblan
las manos,
la razón intenta despertarse.
Con
pesadez de bulto viejo
lleno
de intervalos y papeles,
el
vaho encerrado en un tintero
y
el corazón de dos...
¡Hecho retazos!
Siempre
inútil.
Huír
del ósculo soñado
es imposible...
Dejó
de ser idea para armarse
en el
profundo cosmos de mi pecho
junto
a febriles horas,
donde yace.
Rufina
Rufina
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