Sin prisas. Con una tranquilidad tan impresionante,
que a fuerza, duele.
Tan liviano el tono de voz, que dice nada.
Ha sido tan corto el tiempo, que no hubo espacio
para otra cosa que no fuera dejar las cargas
y el miedo, en ese lugar inexistente que es pasado.
No hay espacio para decidir.
Ha llegado el momento de asumirnos vanidad inútil,
patético entre-acto.
Extensos letargos entre lágrimas que escapan
Extensos letargos entre lágrimas que escapan
advirtiendo del dolor.
No existe una queja.
Dar la cara al fracaso no alarga la vida: la engrandece.No existe una queja.
Se siente mayor la impotencia, y nuestra humana miseria
aplasta pretensiones y destruye comienzos.
Porque no hay nada más.
Así, con la misma suavidad con que deja de nevar,
sólo se escucha el difícil respiro de un cuerpo
que se aferra a la agonía dolorosa, al misterio
que desconoce más allá del hoy...
¡A la certeza de regresar al inicio!
Rufina©
2012
No hay comentarios.:
Publicar un comentario