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martes, septiembre 06, 2011

Por irse

El olvido es devastador,
como el recuerdo.
Y desgarrada el alma desde adentro,
condena al espíritu a ocultarse
de los ojos, la furia, la impotencia...
Y del tembloroso estertor
que es la antesala
al paso inevitable en la partida.

Como si doblegarse fuera poco, 
ante el protagónico rol
que nos somete 
y que aún desconoce toda ciencia, 
el llanto llegará como consuelo
a llenar protocolos inservibles
ante el espíritu débil
que estremece doloroso.

Cuando ya hayan pasado
los temblores agónicos,
tendrá el recuerdo abiertas las puertas
a universos remotos
donde estertores y olvidos 
se abrazan para lanzarse al vacío
en esa eterna fiesta por la vida
que es la inevitable muerte.

Rufina

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