Por suerte nadie tiene la última palabra,
la primera mentira, la verdad absoluta
ni la vida comprada.
La evidencia real de un último suspiro
se pierde en cada lecho cuando llega la muerte.
El llamado mañana tiene poco de cierto;
no es verdad que en el cielo,
en un rincón cualquiera nos espera un Nirvana.
No ha sucumbido el hombre a un millón de derrotas,
ni se ha muerto el ingenio después de la tragedia.
Nos esclaviza el tiempo por esconder verdades.
Nos mata el desacierto de no encontrar culpables.
Siguen surgiendo rostros dueños de las sonrisas,
capas nuevas de polvo restauran nuestra tierra.
¡No hay dos días iguales aunque les re-inventemos!
Por suerte nadie tiene sueños en exclusiva,
acceso a los futuros, solución permanente
a todos los conflictos o control de los daños.
Entre nubes obscuras muere la perspicacia
alguna vez orgullo de tontas vanidades.
capas nuevas de polvo restauran nuestra tierra.
¡No hay dos días iguales aunque les re-inventemos!
Por suerte nadie tiene sueños en exclusiva,
acceso a los futuros, solución permanente
a todos los conflictos o control de los daños.
Entre nubes obscuras muere la perspicacia
alguna vez orgullo de tontas vanidades.
Hemos desconocido todos los elementos
invadiendo su espacio, ignorando su fuerza,
y asumiéndonos dueños de todos los dominios.
Hemos utilizado de manera tortuosa
la palabra de vida.
©Rufina
©Rufina
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