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miércoles, marzo 30, 2011

Paisaje de mañana y carbón


Asomando el sol brillará el agua. Las aves cantarán los nuevos himnos y el olor a carbón desde la fragua abrirá el espacio a los caminos en el grito de guerra que busca a quien al desatino y la injusticia tiene de estandartes.
El camino podrá lucir eterno, pero iluminando, la conciencia sorteará todos los huecos donde anidan los buitres del infierno.  
Porque fuera guarda vitalicia la ignorancia alimentando el sueño sempiterno, han tomado a la ignominia como adorno y justificación al desafuero.
Dentro de aquél desorden, voz y trueno sobre valles de invaluable herencia, curan heridas con carbón y fuego las manos que labraran con paciencia, sabiéndose las dueñas de aquél cielo, que cuida los tesoros a conciencia y hará sonar  tambores reafirmando la mañana.
Asomando el sol brillará el agua, destruyendo las excusas más ambiguas ridículas pantallas a infortunios, mientras, morirán las mentiras en sus lenguas al reventarse contra la verdad que sigue -y la que honramos- con la más pura limpieza en nuestras manos.
Y desde el monte más alto hasta las costas, se escuchará el canto jubiloso, legado de vergüenza y sangre que avivó las conciencias rezagadas.  
Entonces al nacer nueva mañana, la libertad surgirá del carbón como un brillante.


©Rufina




jueves, marzo 17, 2011

Hay una voz



Hay una voz


Hay una voz que no dijo
lo suficiente, lo necesario...
Ni siquiera lo importante.
No se alzó sobre los cerros,
ni temió a falsos gigantes.


No se lanzó de repente
a cualquier profundo abismo.
No alcanzó nunca los cielos,
ni conoció de amarguras:
nunca encontró en el dolor
algún motivo de queja.
No tuvo grandes amores.


Hay una voz que no dijo
ninguna palabra hiriente,
nada duro, nada serio,
ni siquiera interesante.
No vivió una quimera,
no sintió ser vulnerable,
ni quiso tener un hijo.


Hay una voz insolente
que pertenece a ninguno;
no responde a la ternura,
ni al escozor de una ofensa.
Nunca supo de un abrazo.


Una voz desconocida
llena de profundas voces
que llenan el horizonte;
se alimenta de locura,
justifica los errores.


Hay una voz que no dijo
siquiera lo necesario:
No tuvo grandes amores,
no quiso tener un hijo.


©Rufina


Perdemos


Perdemos

Perdemos nuestros tesoros.
La ignorancia se mantiene arraigada en las venas
milenios de cruenta lucha, pobreza de llanto

sangre colgada al tintero...
¡Parto sobre dura piedra!

¿Cómo celebra la vida quien provoca muertes?
 
Se reparten migajas, remanentes y excesos...
la carroña hedionda disfrazada en manjares. 
Comemos de sus platos entre el horror y el asco, 
hábito inmortal, enfermo, de años afianzado.

¡Ah! ¡Desolación, miedo!
Las mentiras viejas llegan a anular conciencias
:
Habla más alto, denuncia: "¡Morirás primero!".

Pero rebosa el tintero, las luces se agachan
donde el amor no se alcanza.

Parto de llanto y sangre halla
hendija en piedras,
y es lanzado a la conquista de los espacios
libres de los engaños, las
 constantes mentiras,
ahíto de los despojos.

¡Ah! ¡Desolación, miedo!
Sólo sirves, hombre, para abalar los engaños.
Siempre les tienen en su fuero quienes no cuentan

con recuerdos y no saben apreciar futuros.
¡A destruirlos se anticipan!

©Rufina





Lo Justo



Lo justo

Innombrable se arrastra bajo piedras-milenios,
testigo de batallas en guerras reinventadas
llenas de amados rostros echados al olvido.
Llamados escogidos atacaron raíces;
y la sangre entre hermanos se mezcla, se derrama.
No se abrazan palabras y el terror aglomera
las manos desoladas donde seres sin nombre
buscan con desespero otras manos que salven.


Mentiras que, divididas pegando al viento-muro
donde el maná no llega porque sobra grosura...
se esconden reafirmadas por el miedo y el odio,
mientras hambre y miseria ahogan los futuros.
Debajo de las piedras clama el crujir de huesos,
los odios fraternales que en mitad de la muerte
provocan en las guerras partos interminables
sin contar nacimientos. Mientras, se hace imposible
que los niños se duerman sin temor a la noche,
las miradas seguras busquen el horizonte,
la tierra en agonía sea limpia de la sangre
que ha tornado la historia en perennes sollozos.


El Universo es uno para lo repudiable:
Surgen los alaridos de todas las esquinas,
del fondo de los mares, la inmensidad del cielo,
todos los elementos y todas las galaxias.
El dolor se hace uno y se expanden razones
para exigirle al mundo retomar la cordura,
terminar con el vicio de las iniquidades...
¡Y abrirse en un abrazo donde quepamos todos!


©Rufina



Negacion


Se miran en silencio a los ojos, retándose.
La verdad es que intentan reconocerse
el uno en el reflejo de las pupilas del otro.
Cientos de interrogantes se detienen
agolpándose a mitad de un camino
que no tuvo comienzo.


Hondas, irreconocibles penas
que ni compartidas tenían semejanza;
infranqueables murallas construídas
con desechos de lejanos pasados.
Imposible descifrar la lectura.


La brisa levanta las curtidas hojas
desnudando vivencias que ya son olvido.
“A qué le apostamos”, se pregunta el uno.
“A lo que encontramos”, se contesta el otro
mirando sus manos sin reconocerlas,
demasiado cerca de estallar en llanto.
El uno, callado, bajó la cabeza
y el otro, cobarde,

retomó la huida.

©Rufina

martes, marzo 01, 2011

De los recuerdos I

Escuchando los cantares
de los jilgueros y gallos
despierta la madrugada.
Suenan sobre las baldosas
en presurosa carrera,
de la cocina hasta el patio
las usuales alpargatas,
y el hervor de los calderos
llena de calor la casa.
Huele a víveres y pollo,
a pan fresco y mantequilla,
a chocolate con leche
acabada de ordeñar.
Los pocillos del café 
sobre la mesa de roble
esperan por comensales, 
por el viejo colador 
pasa espeso el oro negro
y un perro ladra a lo lejos,
anunciando una visita.

Varios metros hacia el patio
se escuchan los cacareos,
aleteos, los pío-píos,
el relinche de un caballo,
y las vacas siempre pacen,
bajo las sombras de un árbol
luego del ordeño diario.
Llega el olor a jabón
desde la vieja pileta,
y es música lo que sale,
sacudida y golpe fuerte
sobre la pulida piedra
-rítmico afloja y aprieta-
La caravana de pollos
directo tras el maíz
no se pierden ni un bocado,
y el gallo más colorado
se regodea de su reino, 
mientras los pollos más tiernos
llegan de cerca a la casa.

Se escucha una voz que llama
a abandonar el rezago
antes que enfríe el fiambre
y a lo largo de la mesa
cada cual sirve su plato.
Los hombres y las visitas
toman su lugar primero, 
mientras las mujeres sirven
y los niños, como siempre,
comerán en la cocina.
La brisa endulza el ambiente
con aroma de azucenas,
de café tostado y caña,
de cilantro, ajo, maví,
coco rayado, pitorro...
Mientras hacen serenata
jilguero, gorrión, gallo,
de coro sirven los perros,
pollos, sapos y cigarras,
los grillos, y el rey coquí.



©Rufina